También a mí me disgusta la metáfora vacía, / también yo soy, como tú, un realista, / sólo que mis realidades / no alcanzan para ti. // Yo también desprecio la retórica, / sólo que Dios es real para mí, / el alma, para mí, algo tangible / y concretos la culpa y Satanás. // Todo lo que para ti es retórica, / para mí es real y natural, / no meras palabras, versos a pulir, / materia literaria. //
Mi verdad tiene otro rostro / que forjaron generaciones, / y otro es mi realismo, / el realismo de un judío.
Este texto de Aarón Tseitlin resume el misticismo que atraviesa toda la obra de este poeta ídish, cuya íntima relación con la figura divina se expresa dialogando a menudo con ella, peleando, imprecando e, incluso, apiadándose a veces de la impotencia de ese Dios. “¿Y tal vez Él no sea tan gran Señor / como los filósofos lo consagraron? / ¿y tal vez padezca igual que la gente? / ¿y tal vez no sea en absoluto tan poderoso? / ¿y tal vez golpee al portón de los mundos / cada noche, como un mendigo agobiado?”
Primogénito del famoso escritor y pensador religioso Hilel Tseitlin, Aarón nació en 1898 en Uvarovich, Rusia Blanca, y en 1907 se radicó con su familia en Varsovia. Poeta, ensayista, dramaturgo y periodista, utilizaba el ídish como su principal lengua de expresión poética, pero con idéntica soltura creaba en hebreo. En esta lengua publicó en dos grandes tomos una suerte de antología titulada Ha’metsiut ha’ajeret, La otra realidad. Pero no se consideraba un escritor bilingüe: “Yo escribo en una sola lengua, en la lengua sagrada ídish y en la lengua sagrada hebreo; se trata de una sacralidad lingüística interior. Cuando compongo un poema en ídish no me doy cuenta de que estoy escribiendo en ídish y lo mismo me pasa al escribir en hebreo. La que yo utilizo
es la lengua sagrada del alma judía, de todas las almas judías”.
Ligado al movimiento expresionista, redacta en Varsovia desde 1930 una revista literaria, Globus, interesada en profundizar problemas de poética. El judaísmo no estaba de moda por ese entonces en el mundo literario, y mucho menos el misticismo judío —la revolución social era considerada la respuesta a todos los problemas de la humanidad—, sin embargo Tseitlin no sólo continuó desarrollando poéticamente su particular visión de mundo, sino que lo hacía sin ocultar sus dudas y contradicciones.
“Yo no sólo no escondo mis contradicciones íntimas, sino que les doy especial expresión, las subrayo. Más aún, no puedo imaginarme una poesía que no esté movida por fuertes conflictos interiores. Dicen que soy un poeta religioso, pero la poesía, en la medida en que merezca ese nombre es, a mi juicio, de todos modos religiosa, siempreque no se entienda ese término en un sentido estrechamente ritual. Es religiosa incluso cuando blasfema. Pero en mi caso, yo diría que más que la religión lo que me ocupa es la fe. Y yo definiría la fe como algo dinámico y dialéctico; es decir, no algo cerrado y congelado, sino como un proceso continuo. Un personaje de Dostoievsky dice en alguna parte ‘Durante toda la vida me torturó el tema Dios’. Esto es lo que yo llamo fe.”
Algunos de sus poemas ironizan a los escépticos: “Ustedes dicen: ‘¿Qué nos importuna / con realidades diferentes de esta / que conocemos por nuestros sentidos? / Con los dos pies estamos parados aquí / sólida, segura y concretamente. / También a la luna hemos de acostumbrarla / a los pasos del hombre. / Hemos de instaurar / nuestra realidad / sobre las estrellas / y ellas han de volverse mundos /iguales al nuestro. / También allí, sobre aquellas tierras, / hemos de erguirnos sobre ambos pies, / sólida, segura y concretamente.’ // Pero tontos, ¿es que acaso están parados vuestros pies? / ¿Está la tierra detenida acaso? / Por el contrario, / la tierra es sólo una porción de cielo. / Junto con ella viaja el hombre; / junto con ella, sus pies. / Sólo esto es seguro y concreto: / todo es espíritu y está en el espíritu; / todo está en los cielos, y es cielo”.
Desde ya que una parte importante de la poesía de Tseitlin está marcada por la Shoá, durante la que fueron asesinados su esposa y su único hijo, mientras él estaba ausente de Polonia. Pero resulta sobrecogedor encontrar entre sus textos, como entre los de otros poetas ídish, uno premonitorio, escrito en Varsovia en 1933: “¡Quién tiene la culpa de que sucumbamos, / de que no sepamos qué hacer con nuestras vidas! /…/Quien sucumbe es culpable. Desolación es culpa; / y la culpa es castigo, y el castigo no ha de omitirnos / porque se rebasaron las medidas / y lo que una mano siembra, ha de cosecharlo. // Gases han de asfixiarnos. Hemos de yacer bajo cenizas / y el verdor heredará las parcelas muertas; / y una joven lluvia lavará la vieja tierra / y las cosas hablarán una nueva lengua / y Dios descenderá y resonará la risa de los niños”.
Y también cabe un paralelo entre Tseitlin y otros poetas judíos, en la expresión de la culpa por haber sobrevivido. Escribe Tseitlin: “Me fui a tiempo y Dios ocultó / de mí los horrores. / ¿Por qué? ¿Por qué me fui de Polonia? // No tuve el privilegio de andar con mi pueblo / la senda de fuego, / y me tortura, como un pecado imperdonable / la culpa de seguir viviendo, / de seguir viviendo y haciendo versos”. Del mismo modo escribía Leivik: “Yo debí morir con vosotros / pero las fuerzas me faltaron, / y ahora lo hago todo por ocultar / el debatirse de mi verbo, de mis manos. // Ni la ira ni el dolor ayudan a ahogar / en sus abismos tormentosos mi culpa de ser; / la culpa de que las llamas de Treblinka / hayan omitido mis entrañas”.
Pero, sin embargo, Tseitlin se apiada de Dios: “Me dan ganas de blasfemar por el dolor, / de blasfemar por el desastre que nos sucedió, / pero percibo la desventura del Creador; / puede que ella sea todavía más atroz. / Tras Maidanek el Creador es un Job, / un Job que no puede demandar a un Creador; / y cuando yo increpo, Él mismo increpa en mí. / En Él el llanto / y todas las penas en Él. // Enloquecidamente gira un círculo en un círculo, / y por los años que se hunden en maldad, / se deja oír —y yo también lo percibo— ese gemido, / el gemido de pena por Dios”.
En 1940, tras pasar diez meses en Cuba, a la que dedica un ciclo de poemas, Tseitlin se radica en los Estados Unidos, donde aparecen, en 1967 y 1970, dos grandes volúmenes que reúnen toda su obra poética en lengua ídish: Lider fun jurbn un lider fun gloibn, Poemas de desolación y poemas de fe. Poco después, en 1973, fallece en Nueva York.
Imagen
“Es gloria de Dios tener secretos…” (Proverbios 25:2)
¿Quién dice que imagen es evidencia?
La imagen es aquello que oculta.
Cuando Dios quiso ocultarse
creó la imagen.
El mayor de todos los creadores de imágenes,
cuanto más revela, más oculta.Ser judío
Ser judío significa correr hacia Dios siempre
aun siendo alguien que huye de él;
es esperar escuchar cualquier día,
aun siendo ateo,
la trompeta del Mesías.
Ser judío significa no poder abandonar a Dios
aun queriendo hacerlo;
significa no poder dejar de orarle
aun de vuelta de todas las plegarias,
aun de vuelta de todos los aúnes.Si ves sufrir y no te enfureces
Alábame, dice Dios, y sabré que me amas.
Maldíceme, y sabré que me amas.
Alábame o maldíceme
y sabré que me amas.
Canta Mis gracias, dice Dios.
Levanta los puños contra Mí e injúriame, dice Dios.
Canta Mis gracias o injúriame;
también la injuria es una alabanza.
Pero si permaneces encerrado en tu indiferencia,
y atrincherado en tu qué-me-importa, dice Dios,
si miras las estrellas y bostezas,
si ves sufrir y no te enfureces,
si no bendices ni injurias,
significa que te creé en vano, dice Dios.Visitas
Nosotros somos visitas, nunca nos arraigamos
en arenas terrestres, en mío y tuyo;
nos resulta ajeno lo sólido y asentado,
somos pájaros sin nido, visitantes apresurados.
nosotros sólo somos minuto, viento, hálito;
nube del anochecer, mitad sombra, mitad sangre,
nube del anochecer, sin tiempo vacante,
que se apresura y cambia, mudanza tras mudanza.
No nos queda un sitio, el mundo nos resulta chico.
Debemos transcurrir, no nos queda tiempo.
No nos queda tiempo, en algún lugar nos esperan.
¡Rápido, rápido! Por si las puertas se cierran.Dios, dejaste de creer en mí
Dios, dejaste de creer en mí,
eres un hereje, Dios, un hereje de mí;
me arrastro en cuatro patas al abismo
y no sé cómo se sale de allí.
No sé cómo se llega, cómo se llega a Ti.
Desde que dejaste de creer en mí
está abierto mi abismo y cerrada Tu puerta,
la puerta que lleva a Ti.
¿Qué se hace para que comiences a creer en mí?Biblia
Un judío de los sobrevivientes,
judío polaco, me dijo:
Seguir creyendo en Dios,
sólo usted puede hacerlo todavía,
usted, porque no estuvo allí…
Si hubiese vivido todo aquello
se hubiese vuelto otro.
Y le pregunté a aquel judío: Siendo así,
¿por qué sigue usando aladares y barba?
¿Qué le queda sin Dios?
Y el judío me respondió bajando la voz:
La Biblia me queda, la Biblia…
Fuera de la Biblia el mundo es todo pesadumbre…
La Biblia es la dicha terrena… la única alegría…
Y el desaliento que envolvía sus palabras
se volvió un luminoso desaliento .Sin embargo tal vez
Un niñito judío en un campo
escribió un poema. Había allí,
en ese poema, versos así: ¿Quién sabe?
Sin embargo tal vez haya Dios…
Sin embargo tal vez…
Un abismo de congoja.
Una perla de consuelo.
Una perla de consuelo
en un abismo de congoja.
No puede olvidar mi corazón
ese “sin embargo tal vez”.Así escucho hablar a mi hijo en el gueto
En recuerdo de mi primogénito, el pequeño pintor,
(que Dios vengue su sangre).Cuando papá me besó
por última vez,
era de madrugada
y llovía mucho.
¿Qué distancia hay, mamá, hasta América?
Tuve un sueño, mamá.
Veo a papá de pie, con una gorra clara.
Sobre él, un sol como vino rojo.
Él abre América para nosotros
y entramos.
Así va a ser
si no nos matan los alemanes.
Mamá, dime: ¿por qué Dios
creó alemanes?
No llores, mamá. Sólo preguntaba.
¿Habrá algún lápiz?
Voy a dibujarte el sol.
Voy a dibujarte a papá
con una gorra clara.
Y los dos vamos a ver
mi sueño.