“Nada” de Carmen Laforet

nadaEra invierno, de eso estoy segura, porque recuerdo la sensación de frío en mis manos y el calor ardiente en mis ojos recorriendo ansiosamente las páginas de aquel libro.

En mi cama, en mi habitación compartida con mi hermana pequeña, comencé una noche un libro que marcaría la iniciación (como en un ritual) en el mundo de la lectura de adultos, de los mayores.

Ese libro me atraía… me miraba y lo miraba, estaba allí en el estante de la biblioteca de mis padres, es decir, que si ya estaba en mi mente y lo leí con catorce años… debía tener doce o trece cuando me percaté de que me llamaba con insistencia. Ya a los doce años intuí que había otro mundo diferente al que conocía al ver bajar por las escalerillas de un avión a los Beatles el 1 de julio de 1965; existía ese “otro mundo”, distinto, atrayente, misterioso y de algún modo tenía que explorarlo, investigarlo, atraparlo y apoderarme de él.

Y a los catorce descubrí que también había otro mundo diferente esperándome: la FASCINACIÓN, por la Literatura, los escritores y las historias que me podían contar y asimilar para mi vida.

Me metí en la cama con el libro de “Nada” escondido debajo de la almohada, esperé a que mi hermana pequeña (bastante más que yo) se durmiera y entonces… abrí y olí aquel libro (siempre huelo los libros).

Aparecieron los personajes y el ambiente, me sumergí en él, no había nada más… Andrea, la abuela, la criada (Antonia, siempre de negro, el gato igual), los tíos Román (destructivo, egoísta, manipulador, misógino…), Juan (pobre…) Gloria (esposa de Juan, frustrada en su vida amorosa, triste y desgraciada) y Ena, ¡ay¡ Ena… yo quería ser Ena de mayor.

Barcelona, una ciudad que entonces yo no conocía, pero sobre todo el ambiente de la postguerra, más localizado en la casa de la familia de Andrea que en la propia ciudad, asfixiante, triste y duro.

Acabé el libro en esa noche de invierno, no recuerdo la hora ni el día exacto pero marcó el inicio de una de los aspectos más importantes de mi vida y que me ha acompañado en todas las situaciones complejas e incomplejas: La necesidad imperiosa de LEER… ¡Gracias Carmen!

Carmen Fabre©

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4 respuesta a «“Nada” de Carmen Laforet»

  • Emilio Porta

    Estoy dando un «repasito» otra vez a esta sección…y, la verdad, cuántas cosas vienen a mi mente…ya te comenté lo que significaba «Nada» para mi. Como digo en mi novela «Destinos y Caballeros» Nada era todo…No puedo ser imparcial con esta novela…ni contigo 🙂

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  • mcarmenf

    Fue mi «rito de iniciación» nunca olvidaré aquella sensación en mis ojos aquella noche.

    Efectivamente «Nada es Todo»

    Un abrazo.

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  • Ross

    Hola Carmen, que coincidencia, creí que eran pocos que teníamos el instinto del olisqueo. Que maravilla encontrar a otros que disfrutan del olor de los libros y las gomas. Es que los buenos platos se degustan primero por los ojos, luego por el olfato y finalmente el paladar engulle todos. Ahí están esos maravillosos «lomodeoro» que siempre andan en celo antojándonos de llevarlos a cama.
    Lindo relato haces Carmen de tu indomable obediencia a lo prohibido. Como se disfruta ¿no? Hace rato quería entrar es esta línea, pero te confieso que ando preparando la tercera publicacion de poesía, que espero sea antes de Mayo y otros asuntillos, que oportunamente compartiré con ustedes.

    Un beso y hasta pronto.

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  • mcarmenf

    Buenas noches, Ross.

    El olor de los libros , el olor que se introduce en el cerebro al entrar en una librería es indescriptible o, al menos yo,no soy capaz de hacerlo.

    El juego de lo prohibido siempre me ha acompañado y sigue haciéndolo, Ross.

    Te deseo lo mejor en esa aventura de tu nuevo libro.Un abrazo y gracias por tus comentarios.

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