Me gusta recorrer galerías de arte pero no esas de reconocidos pintores ni auspiciadas por marchantes de moda; sino esos pequeños lugares donde el artista en ciernes espera la llegada de los casuales visitantes y, tratando de disimular la ansiedad mira como distraído un catálogo o un libro.
En este caso era un atelier transformado eventualmente en sala de exposiciones. La fui recorriendo lentamente y observé que en cada pintura se reflejaban seres marginales, a los que la vida les pasó por encima, y en los cuales la esperanza ya no contaba. Ya estaba por retirarme cuando un cuadro me causó una fuerte impresión al contrario de las demás obras, ésta transmitía alegría y a la vez paz, una fuerza espiritual que invadía los sentidos. Volví sobre mis pasos y pregunte al artista, si era el principio o el final: me miró y dijo ¿quién sabe? Me gusta bucear en el alma de las personas ,buscar esa chispa que vamos perdiendo o se va avivando según soplan los vientos del destino. A continuación me hizo una propuesta: que regresara al día siguiente no sin antes haber buscado las luces que iluminan u oscurecen en los rostros que se cruzaran ante mí.
Pasé la noche en esa tarea, y según pasaban las horas desfilaron ante mi vista toda tipo de emociones.
Cuando volví al taller el lugar estaba vacío, solamente un gran espejo en donde me reflejé y según me movía, las luces y sombras cambiaban mi imagen.
En ese momento entendí lo que el artista me quiso explicar: el arte consiste en la mirada, en el ángulo desde donde miramos; de nada vale una estupenda obra si no la sabemos apreciar.
9/07/10 at 12:35 am
Es la misma impresión al leer tu cuento, me cauitivó por la sencillez de la palabra y lo profundo del mensaje.
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1/08/10 at 8:30 pm
Es realmente maravilloso.De eso se trata.El arte es busear el alma,captar al artista y a la reacción de quien observa.
Uno da todo….el que recibe interpreta,según su punto de vista.Mi saludo desde el frío
mar.Al sur….Mar del Plata.
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