“Cotidiano y ficción”, por Saúl Álvarez Lara

Si uno mira la ficción como a las nubes en el cielo, quedaría sorprendido de cuantas cosas pasan frente a sus ojos. Una nube es una masa sin forma en suspenso. Cuando alguien tiene la idea de ponerla en otra parte deja de ser nube y se convierte en misterio, se convierte en ficción.

Al contrario del misterio, del suspenso o incluso del absurdo, el cotidiano no incluye la ficción, simplemente está, se acepta tal cual en la facilidad de su momento, no trae suspenso, emoción o actitud y se ensaña hasta convertirse en lo que es: el cotidiano. Esa es su esencia.

El cotidiano no es más que una versión de la ficción sin expectativa y sin emoción, es algo a lo que estamos acostumbrados y ya no vemos pero nos rodea y llegamos a considerar como buena o mala suerte. Cotidiano es, por ejemplo, una agenda de ejecutivo sin tiempo libre; un bombillo apagado al medio día; un taxi ocupado en medio de la lluvia; un funcionario a la espera de su hora de salida. Cotidiano es la imposibilidad de narración; es la repetición sin descanso porque nada lo cambia; es la facilidad de decir y hacer siempre lo mismo sin riesgo que amenace.

Se necesita de la ficción para sobrellevar, las veinticuatro cotidiano horas del día, la jauría de cotidianos con sus formularios para llenar y sus temores para amedrentar. Qué hubiera pasado si Gregoire Samsa no se despierta convertido en insecto; nunca, probablemente, nos hubiésemos dado cuenta de que aquello era posible pero no como castigo, sino como recurso de choque, como resultado de la defensa que las palabras hacen por sus personajes.

El cotidiano se reproduce en su inmovilidad, los días y las horas se suceden, no se interponen ni se molestan, simplemente se olvidan, no existen. La ficción, en cambio, se construye con palabras que se mezclan, crean momentos, ven el tiempo y se atreven a adivinarlo, hacen que sus personajes digan lo que sienten y en su devenir creen otros misterios. El misterio es la esencia de la narración y ésta a su vez es la acción de la ficción.

La ficción se inventa cada día, se cuenta, es el lugar donde cada uno encuentra su historia y su espacio. Es posible decir que el cotidiano es ineludible, persigue y acorrala, impone sus horarios, sus rutas, sus obediencias. Sin embargo, imaginemos al escritor que cada día intenta escribir una historia diferente y siempre le resulta la misma a pesar de su deseo; o el artista que entra en su estudio a pintar el mismo cuadro y siempre le sale uno distinto; o el cajero de banco que un día le dan a contar botones en lugar de billetes ajenos. Desde el punto de vista del cotidiano la situación es absurda, pero desde el punto de vista de la ficción, no. La frontera entre ficción y cotidianidad es tan leve que en muchas ocasiones es difícil distinguir cuando creamos una o vivimos la otra.

 

Conocer más sobre el autor: http://www.ecbloguer.com/marginalia/

Acerca de Juan Zapato

Desde temprana edad mi incursión por las palabras escritas fue delineando mi perfil intelectual hacia la literatura. Ángela, mi abuela, con su cálida voz y esa facilidad para transmitir oralmente las historias que solían acompañarme por las noches –preparación para el sueño– despertó en mí la pasión por los libros. Luego vino el amor, junto con las primeras palabras que dibujaran versos adolescentes, impulsos quebrados en forzosas rimas, la intención que conlleva la pureza de plasmar sobre una hoja un universo de fantasías reales y de realidades fantásticas, trampas que el inconsciente juega a nuestros sentidos. Trasnochadas de cafés compartidas con poetas, salvadores del mundo, sabihondos y suicidas. Horas sumergidas en librerías buscando los tesoros de la literatura olvidados en algún estante. Cartas que nunca partieron hacia ningún lugar. Conversaciones perdidas con la gente que ya no está”. Ver todas las entradas de Juan Zapato

Deja un comentario