El 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzheimer, enfermedad por la que las facultades cerebrales se ven mermadas al extremo de costarle la vida al paciente. Los índices se han elevado de manera notable en los últimos años, y por las estadísticas proyectivas, en el futuro próximo será aun más notable.
La abuela se fue muriendo
de olvido.
Se olvidó de sobrevivir.
Y a su corazón se le olvidó
seguir latiendo
después del último latido.A la abuela se le fue olvidando
el significado de las palabras
y hasta su propia voz olvidó
de qué forma salir.
Olvidó qué eran sus lágrimas o
como abrir sus ojos transparentes.
Se le olvidó el dolor que duele
el dolor
o dar un paso tras el último
paso dado.Las cortezas de su cerebro
se hicieron blandas e inútiles.Al principio, cuando aún
se acordaba de andar,
de cagarse encima
o llorar,
la abuela nos hacía mucho
daño sin querer.
En las retinas lo guardo todo.Mi madre, su hija, su madre,
murió antes que ella.
Y nos dejó huérfanos a todos.
Y a ella.
Pero mi madre,
se moría un poco,
cada vez que la reñía
por beberse una botella de lejía
o desnudarse en la calle
como un bebé vagabundo.Y la abuela, la que tanto miedo
le hizo a mi vida,
y tanto añoro,
la de la vida convulsa de hambres,
niños muertos,
e hijos enfermos,
la de las palizas del abuelo
que murió de un calambre
por alcohólico, fascista o pobre loco,
Se fue muriendo en aquel sitio
al que nunca tuve el valor de ir.Y sé que la abuela murió
de olvido
pero no olvidada.
Que sus huesos se plegaron
en posición fetal
como un recién nacido famélico
y listo para morir.Hasta que se le olvidó de respirar
después de la última respiración.Y ese día, todos respiramos.
Para seguir respirando…
Eva Vaz©
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