Luis Horacio Velázquez fue un ensayista, narrador y poeta, nacido en la ciudad de La Plata (Argentina) en 1912. Publicó diversos libros, sobre muy diversos temas y tentando distintas formas genéricas, desde la historia nacional hasta la memoria infantil; así se pueden enlistar Vida de un héroe. Biografía del brigadier general Juan Esteban Pedernera, El continente de la esperanza, El juramento, Territorio de infancia y Dos letras milagrosas, entre otros. Pero antes de dedicarse a escribir, Velázquez estuvo un tiempo radicado en Berisso y se ganó la vida como obrero de la carne. De esa experiencia se nutren sus dos mejores intentos, de títulos explícitos por demás:Carne de fábrica y, en especial, Pobres habrá siempre.
Esta segunda novela sigue los pasos del naturalismo testimonial o realismo social para dar cuenta de las intolerables condiciones de trabajo en los frigoríficos y la lucha de sus trabajadores para modificarlas. La edición original de la obra es de 1944, la lanzó la editorial Claridad con el subtítulo -como para que no quedaran dudas- “Novela de las fábricas”. Kraft la reditó en 1952 con algunas modificaciones, en una edición de tapa dura y que contaba además con ilustraciones de José G. Macuso.
Velázquez fue integrante de la Peña Eva Perón y presidente de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares entre 1950 y 1955. Por ese entonces al director Carlos Borcosque se le ocurrió transformar al libro en película, puso manos a la obra y se abocó al guión.
Borcosque nació en Chile en 1894 y peregrinó por diversos oficios y países, incluidos los Estados Unidos, donde finalmente se inclinó por el quehacer cinematográfico al que se dedicó de lleno desde su llegada a la Argentina hasta su muerte en 1965. Como guionista y director colaboró en decenas de películas. Al parecer el libro cinematográfico que pergeñó para Pobres habrá siempre debió presentarlo sucesivas veces y asimismo lo fue modificando de acuerdo al humor y los hábitos censores de los productores y funcionarios de turno. La fábula dice que los peronistas estimaban que se trataba de una historia de moraleja comunista, y el gobierno liberal lo consideró peronista (los diversos guiones, donados por el propio Borcosque, se encuentran disponibles para los especialistas en el Museo Municipal del Cine), por eso, la película terminada en 1954 recién se estrenó en 1958.
Es el relato de la creación de un sindicato en un frigorífico en 1935, con la intención de sus laburantes de frenar las terribles condiciones laborales que van desde los accidentes permanentes y el acoso a las obreras, hasta el maltrato por parte de los supervisores, que insultan y apuran, y los salarios de hambre.