“Mi Europa: primas de riesgo de verano”, Paco Díaz García

«Estas cuadrillas, incluso aquellas que vivían en aparente libertad, se caracterizaban por una tenacidad y una organización propias de guerrilleros o buscadores de oro, siempre debidas a la necesidad. ¿ Se sentían en tierra extraña? Pocas veces estallaba la discordia entre ellos. Según el contrato,habían de seguir las ordenes de los jefes de la puszta, pero, de hecho, solo realizaban el trabajo bajo la dirección de su propio jefe de cuadrilla. De la hacienda recibían una paga mensual de siete o diez pengó en metálico y ciento veinte kilos de trigo, veinte kilos de harina para pan, diez kilos de harina para cocinar,  tres kilos y medio de tocino, un kilo y medio de manteca, tres kilos de judías, doce kilos de patatas, un kilo de sal, tres kilos de carne salada o cruda, un litro de vinagre y treinta céntimos de condimentos. Ellos mismos habían de prepararse la comida. Procuraban ahorrar cuanto podían de su asignación diaria. Un montón de niños esperaban los alimentos a cien kilómetros de distancia. Procuraban consumir lo menos posible de lo que les correspondía y hacer llegar lo máximo posible a sus hogares. Practicaban el ahorro conjuntamente. Reunían las escasas cantidades  de harina, de manteca, tocino y judías que recibían el primer día del mes, de las que podían haber consumido perfectamente el doble teniendo en cuenta el duro trabajo que realizaban, y ordenaban con entusiasta decisión a su cocinera, que solía ser la esposa del jefe de su cuadrilla, que a lo sumo gastara la mitad de la manteca»
                                                                         Gyula Illés. “Gente de las pusztas”

Te invito a visitar “Señores & sirvientes” el blog de Paco Díaz García, artista plástico santanderino.

Acerca de Juan Zapato

Desde temprana edad mi incursión por las palabras escritas fue delineando mi perfil intelectual hacia la literatura. Ángela, mi abuela, con su cálida voz y esa facilidad para transmitir oralmente las historias que solían acompañarme por las noches –preparación para el sueño– despertó en mí la pasión por los libros. Luego vino el amor, junto con las primeras palabras que dibujaran versos adolescentes, impulsos quebrados en forzosas rimas, la intención que conlleva la pureza de plasmar sobre una hoja un universo de fantasías reales y de realidades fantásticas, trampas que el inconsciente juega a nuestros sentidos. Trasnochadas de cafés compartidas con poetas, salvadores del mundo, sabihondos y suicidas. Horas sumergidas en librerías buscando los tesoros de la literatura olvidados en algún estante. Cartas que nunca partieron hacia ningún lugar. Conversaciones perdidas con la gente que ya no está”. Ver todas las entradas de Juan Zapato

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