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«El país de nunca Hamás», Juan Zapato

Mural en una calle de Kahn Yunis 2021

«El país de nunca Hamás»

Cuentan de un padre, un hijo y un burro que iban andando los tres, al verlos pasar unos campesinos dijeron ¡qué tontos estos dos tienen un burro y van caminando!

Después de escuchar la crítica el padre y el hijo montaron en el burro. En el camino, oyeron decir ¡qué malos estos dos que están encima del burro! solo uno puede ir en un burro.

Entonces descendió el hijo y continuó solo el padre. Nuevamente escucharon ¡qué malo el padre que pone a su hijo a caminar y él se queda en el burro!

Bajó el padre y puso al hijo sobre el burro. Una vez más surgió la critica ¡qué malo el hijo que va en el burro y deja al padre caminar!

Este relato tradicional describe perfectamente al pueblo judío y al Estado de Israel, hagamos lo que hagamos, contribuyamos a la ética, la moral, los derechos humanos, la cultura, el arte, las ciencias o en estos días el derecho y la obligación de defendernos ante la agresión de nuestros enemigos para sobrevivir, siempre seremos vilipendiados, infamados, vilmente acusados de crímenes no cometidos.

Estamos solos, en este ambiente bajo y hostil, pero no es una percepción exclusivamente del presente, sin entrar en los ejemplos descritos en el Tanaj, quiero remitirnos a los tiempos culminantes de la creación del Estado de Israel allá por noviembre de 1917 el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda contempló con beneplácito la creación de un hogar judío en el territorio del Mandato Británico de Palestina administración territorial encomendada por la Sociedad de Naciones tras la Primera Guerra Mundial y como parte de la partición del Imperio Otomano entre británicos y franceses. Pero en 1922 los británicos dividieron el territorio al este del río Jordán de allí el nombre Transjordania, quitando un 75% a lo que sería la Tierra de Israel. Pero esto tuvo que esperar hasta el año 1947 cuando la ONU sucesora de la Sociedad de Naciones realizó una nueva partición y el 14 de mayo de 1948 los judíos aceptamos ese trozo de tierra y el gobierno provisional declaró: «Llamamos a los árabes que viven en el Estado de Israel para que preserven la paz y participen en la construcción del estado, siendo reconocidos como ciudadanos de pleno derecho con opción a ser representados en todas las instituciones provisionales y permanentes». Cosa que hasta el día de hoy se aplica.

¿Qué ocurrió con la parte árabe? Ustedes conocen la historia, bueno eso es lo que creería.

Dije que estamos solos, entre quienes aprobaron la creación de un estado judío se encontraba la Unión Soviética, que a través de Checoslovaquia proveyó de armas a ese incipiente estado.

Más tarde, Alemania ayudó económicamente a Israel por medio de pagos de reparación a las víctimas del Holocausto y ayuda financiera al Estado de Israel. Posteriormente, Francia proporcionó armamentos a Israel. Luego, al abandonar Francia a Israel y pasarse del lado de los árabes, los Estados Unidos entraron en escena, otorgando a Israel una ayuda superior a la de las demás naciones.

Nada es gratuito.

Hoy las naciones ejercen presiones sobre nosotros por todos los medios posibles. Claman por un alto el fuego, hablan de ayuda humanitaria, dicen preocuparse por los árabes de Gaza, pero no ven o no quieren ver que la rata sigue refugiada en sus túneles (por cierto construidos gracias a vuestra ayuda humanitaria), pero que en los hechos sucumben ante el miedo y la extorsión del terrorismo yihadista al que no condenan y por ende se convierten en cómplices.

¡Cuanta infamia! Pareciera que una nueva asamblea de naciones quisiera promulgar la desaparición del Estado de Israel y premiar al terrorismo con el reconocimiento unilateral de un país palestino, por parte de algunos hasta ayer «amigos».

Aquí, quienes fueron asesinados, vejados, secuestrados, muchos de ellos gente de izquierda que sentaban en sus mesas a esos trabajadores de Gaza, que les ayudaban para recibir asistencia sanitaria en Israel, que se consideraban que trabajaban por una paz entre vecinos, fueron los primeros en ser salvajemente ultrajados. Hoy quien habla de la creación de dos estados, es decir uno para los árabes, ya que nosotros hace 75 años que venimos construyéndolo, no comprenden que están apostando a la propia destrucción de los valores de democracia, libertad de culto, educación, respeto a las minorías, en favor de la instauración de un régimen opresor fundamentalista.

Esta guerra provocada por el fanatismo suicida una vez más, a lo largo de 75 años no busca la creación de un país, sino claramente la eliminación del pueblo judío y encuentra sus predicadores en personajes como Lula, que recibe la aprobación de Hamás por el desatino de comparar esta guerra con el genocidio nazi así como antes las recibiera Sánchez Pérez-Castejón y su troupe de ministros empoderando la violencia, el éxtasis de matar judíos. Torpes mandatarios que duermen con el enemigo, como dijera antes, cómplices victimarios de sus gobernados, condenándolos con su actuar a abortar el futuro de sus vidas si Israel perdiera una sola batalla.

Estamos solos y Hezbolá aguarda la orden de Irán, para continuar el sueño trunco de Hamán en tiempos del rey Ajashverosh y aunque pretendan reescribir la historia, lo que ha sucedido el 7 de octubre no se borrará de nuestra memoria.

Estamos solos, pero vinimos para quedarnos y «el país de nunca Hamás» acabará derrotado.

Juan Zapato©

El país de nunca Hamás