Buenos Aires contiene algunos personajes curiosos.
Diagonal Norte esquina Sarmiento, el embotellamiento detiene la marcha de los vehículos y por sobre el ruido porteño se eleva la voz del canillita1 anunciando: “Cayó el Presidente” y los ávidos lectores compran la quinta para leerla durante el viaje entre semáforo y semáforo o al llegar a sus casas.
Y después, la búsqueda infructuosa hoja tras hoja y sin rastro de la noticia cantada.
Juan Zapato©
Fragmento de la novela inédita “Hoy vas a entrar en mi pasado”
1Es llamado canillita a un vendedor callejero de periódicos, aunque también se puede atribuir la palabra a los puestos callejeros fijos.
Se considera que esta denominación surge debido a la repercusión del sainete «Canillita» de Florencio Sánchez. La obra recrea la situación de un niño de unos 15 años aproximadamente, que trabaja vendiendo periódicos en la calle para mantener a sus padres, y que es tal su pobreza que tiene unos pantalones relativamente «viejos» que le han quedado cortos al crecer el personaje en su adolescencia mostrando así las «canillas».
La palabra canillita es entonces un lunfardismo que ha pasado a ser parte del idioma habitual de Argentina y Uruguay, inicialmente significaba a los menores que vendían periódicos callejeramente, luego a cualquier vendedor callejero de periódicos cualquiera fuera su edad (desde fines de s. XX los vendedores callejeros de periódicos casi han desaparecido totalmente por diversos motivos) y se ha trasladado el término «canillita» a los vendedores de periódicos y revistas etc., fijos en puestos o «quioscos» de ventas de diarios y revistas.
En Argentina el día 7 de noviembre en el cual se conmemora la muerte de Florencio Sánchez ha pasado a ser oficialmente desde 1947 el día del canillita; en ese día es muy común que vendedores de diarios y revistas no trabajen. Mientras que en Uruguay es el 26 de mayo, en memoria de Adrián Troitiño Alcobre (fundador del sindicato de los canillitas), no se editan diarios (incluyendo las on-line).
Fuente Wikipedia.
17/02/12 at 1:34 pm
«Y después, la búsqueda infructuosa hoja tras hoja y sin rastro de la noticia cantada» Ese «canillita» pequeño canallita, Juan, retratado con maestría y amor, ese pequeño pícaro, que trata de vender – para vivir – y juega con valor y con maestría, con esas pequeñas mentiras que son parte de la vida. Tan hermoso texto, tan singular, porteño…y ahora universal en tus palabras.
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17/02/12 at 5:15 pm
El tema de canillita me cala muy adentro, Juan, porque yo empecé como él, a trabajar con pocos años y, muy joven conocí el arte de saber vender, pero nunca el de engañar. Para mi es una joya este precioso texto. Gracias por mostrarlo. Un abrazo.
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