Archivo de la etiqueta: PSOE

«Las cartas sobre la mesa», Juan Zapato

Pedruzco1

En esta ocasión poseería todas las cartas sobre la mesa y justamente la palabra cartas suena tan cercana a tus radioescuchas cinco días atrás y se mimetiza este juego de palabras en una partida de póker, con un embustero maculado con naipes marcados y una ciudadanía vulnerable.

Pero lo sucedido no me sorprende, ya que mis orígenes latinoamericanos me han puesto a prueba de todo maniqueísmo desde mis años mozos y he sobrevivido a sangrientos golpes de estado así como a las fracturas fratricidas y no mencionar la guerra. Y fuera de mi tierra natal, desde mi tierra ancestral observo la tragicomedia humana rebajada al guión de un culebrón venezolano, cuyo protagonista se llama Pedruzco con zeta, recuerdan… el del cuento del lobo.

Mas alguien a quien tengo un gran respeto intelectual, Felipe Gómez-Pallete nos deja una clave en un comentario que dice así: «Suscribo de la A a la Z el análisis de Ignacio Varela. Echo en falta una frase en la que se narre —en clave de ficción— la cronología de los hechos: el jefe del Ejecutivo redactó primero, el texto que leyó ayer y, después, la carta a la ciudadanía del miércoles 24 de abril. Esta fantasía ayudaría a comprender mejor la frivolidad con que actúa el sujeto».

Escucha gratis el audio en Ivoox

El paso siguiente de Pedruzco en su carrera literaria, será ordenar a sus amanuenses la redacción de un perqué lo que define el diccionario de la Real Academia Española en su primera acepción:

«Antigua composición poética, caracterizada por el empleo de la pregunta y respuesta ¿por qué?, porque».

Y en la segunda:

«Libelo infamatorio, escrito en la misma forma de pregunta y respuesta».

Tras ello continuara su enceguecida visión geopolítica y propugnara a sus súbditos, aquellos eufóricos 15000 acólitos empleados del PSOE el reconocimiento personal del Estado de Al-Ándalus.

Suficiente, aunque no agotado el tema les invito a embarcarnos por el Mar de las Historias y llegar transportados en el tiempo, pero no en la actualidad a mi tierra y compartirles un suceso documentado por el corresponsal de la agencia de noticias United Press, exclusivo para el diario La Vanguardia que cito textualmente: « Jerusalén, 29 (por cable) Jacob Simon, ha celebrado una interviú con el rabí Sloni, que era el rector de la Universidad Judía de Hebrón, en donde fueron asesinados varios estudiantes súbditos americanos.

LaVanguardia1929Por la mañana del viernes servidores a sus órdenes le anunciaron que los árabes habían comenzado el asesinato de judíos. El rabí se dirigió a las autoridades de Hebrón quienes le aseguraron que no había motivo de alarma y que no hiciera caso de las indicaciones de sus servidores. A las once de la mañana los árabes penetraban en la universidad, matando a un estudiante e hiriendo a varios otros. Muchos pudieron escapar huyendo al subterráneo de una casa contigua. El rabí volvió a la dirección de policía, en donde se le negó apoyo. Su hijo que era el director de una importante compañía anglo judía, acogió en su casa a muchos estudiantes, bajo la promesa de los árabes que nada harían contra los refugiados recordando que así obraron en el año 1921, cuando las revueltas de judíos y árabes. Mi hijo paso una noche intranquila —dice el rabí—. A la mañana siguiente yo me dirigí a orar al templo, y cuando volví a mi casa, poco antes de las once, gracias a unos buenos vecinos que me avisaron a tiempo pude salvarme huyendo. Poco después las turbas penetraban en mi casa. Uno de los estudiantes pudo ver como asesinaban al hijo del rabí

Los congregados judíos entonaba salmos y oraciones y los árabes, encendidos en cólera, asesinaron a 17 personas entre ellas dos mujeres.

La policía árabe permaneció inactiva, alegando que de entrar en acción hubiera excitado mas a los atacantes, dejando de esta suerte abandonados los hogares de los pobres judíos. Cuando llegaron las primeras fuerzas británicas, enseguida se procedió a barrer con metralla las calles y se verificaron hasta treinta detenciones, que fueron seguidas de juicio sumarísimo que condenó a muerte a todos los detenidos. De esta manera pudo contenerse la revuelta».

Cierro la cita. Cualquier coincidencia con la realidad será consecuencia de, que las voces de la gente decente callen cobardemente o se hagan eco de la verdad.

Juan Zapato©


«Carta a la ciudadanía», Alfonso Ussía

Pedruzco

Querida ciudadanía:

Sinceramente, no puedo más. Me insultan por la calle, me dedican gestos burlones, y mi mujer, de la que estoy enamorado, a punto estuvo de ser sancionada por aparcar en un espacio reservado a la carga y descarga. Es tan injusto, que mi límite de resistencia civil ha sido superado con creces. La izquierda y la ultraizquierda han convertido nuestro matrimonio en una pareja de quebrantos y pesares. El colmo del odio que padecemos y sentimos tuvo lugar el pasado fin de semana. Mi mujer tenía prisa, y no atendió la petición de un niño al que no conocía que le exigió que le comprara un «chupa-chups». Se trató de una trampa tendida por la ultraizquierda. El niño, que estaba debidamente adiestrado, al constatar que mi mujer no atendía su requerimiento, se puso a llorar. Y ha sido denunciada ante la Justicia. Ayer, recibimos la notificación por la que se le cita a declarar, como investigada, ante Su Señoría. Está siendo investigada de «fundraising» de chuches, y hasta ahí podíamos llegar.

He decidido, por lo tanto, incumplir todos mis compromisos registrados en mi agenda, meditar unos cuantos días, y el próximo miércoles daré a conocer mi decisión a la ciudadanía. Intuyo que voy a dimitir. No lo aseguro, porque el bien de mi familia está por encima del bien de España, pero tengo la intención de irme, si bien, en ocasiones, la intención no es suficiente para dar el paso definitivo. Me dispongo a dimitir de El Debate, que inesperadamente se ha situado a favor de la ultraizquierda. Eso sí; si en El Debate no aceptan mi dimisión, seguiré escribiendo, porque si no escribo en El Debate tendré que ganarme la vida en Marruecos, la República Dominicana, o formando parte del personal de tierra de «Air Europa», sin descartar un puestecillo de bajo prestigio en el «África Center» del Instituto de Empresa, que es de lo que más entiende mi mujer, de la que estoy enamorado, y a quien desea destrozar la ultraizquierda y la ultraderecha. Sucede que en «África Center» no cuento con el suficiente apoyo de su ciudadanía, porque un día me enfadé mucho con sus altos accionistas, que prefirieron contratar a la esposa del presidente del Gobierno y dejar en la calle a mi mujer. Y empresarialmente acertaron, porque también la contratada –no sabemos por cuánto ni de qué forma percibía sus honestos dineros contractuales–, y su marido estaban profundamente enamorados. Y gracias a ese amor, los resultados de su incorporación fueron óptimos, porque hay que reconocer –no me duelen prendas en hacerlo–, que el enamorado de Begoña Gómez tenía muchas más influencias que el enamorado de mi mujer, y contaba con el apoyo de la ultraderecha y la ultraizquierda simultáneamente, porque el dinero no tiene ideología. Pero todo ello me ha llevado al borde del precipicio, y en pocos días de meditación y descanso, decidiré si dimito o no dimito, más bien lo segundo, sin descartar la primera opción, de mis artículos en El Debate.

He llegado a la conclusión de que no merece la pena tanto sufrimiento, ver como el fango de la ultraizquierda salpica y embarra nuestro futuro. A nuestra edad, el «fundraising» y el «brake even», así como «ok» y el «cash flow», no son fáciles de entender. En tal caso, mi dimisión será irrevocable, siempre que El Debate me permita hacerlo, porque si bien la dimisión sólo depende de la voluntad individual de dimitir, en casos como el que nos compromete, está sometida a la reacción de la ciudadanía de El Debate, a la que me dirijo para rogarles que no acepten mi dimisión, que protesten en las calles, que acosen al juez, y que todo siga como hasta ahora, que es mi única pretensión.

Mi dimisión sin vuelta de hoja depende de la ciudadanía, y a ella me dirijo para que, de una forma u otra, me hagan ver que la dimisión es un error como la copa de un pino. Pero a ella me someto.

Abandono pues, mi trabajo. Me recluyo en mi casa, trataré de convencer a mi mujer, de la que estoy enamorado, que sea más atenta con los niños que piden chucherías en la calle, y a pesar de la ultraizquierda, seguiré en mi puesto.

Si mi admirado presidente del Gobierno se propone hacer lo mismo aun sabiendo cómo se las gasta su mujer, de la que está profundamente enamorado, ¿por qué no imitarlo?

Dimito con pena. Pero sigo. Y ya está. Soy admirable.

Alfonso Ussia©

Fuente: https://www.eldebate.com/opinion/20240426/carta-ciudadania_192403.html

Caricatura: Carlos Rivaherrera©

Fuente: https://www.heraldo.es/noticias/nacional/2018/06/04/un-presidente-busca-papel-1247356-305.html


«Las palabras», Juan Zapato

https://go.ivoox.com/rf/120989371

«Los judíos no son un pueblo histórico y ni siquiera un pueblo arqueológico; los judíos son un pueblo geológico, con fracturas y derrumbes y estratos y ardiente lava. Sus crónicas han de ser evaluadas con diferente escala de medir». Yehuda Amijai.

80 años en la historia de la humanidad, son tan solo una fracción minúscula de tiempo desde los albores de la Creación.
Hoy puedo comprender en mi piel, y sentir en mis poros esa adrenalina que mis antepasados milenarios padecieron.
Hoy las hordas antijudías se manifiestan públicamente como hace 80 años y comprendo, pero no justifico a la gente indiferente, la gente temerosa, cómplice en su silencio, su neutralidad, su falta de compromiso con la vida.
Otros tantos se suman a marchas repudiando la libertad, la educación, la solidaridad,  valores que se enuncian en el fundamento del pensamiento judío: amar a tu prójimo como a ti mismo y que vociferan «Palestina libre, del río hasta el mar».
Y ese rugido de reproche sentenciando el derecho a existir del Estado de Israel, abre el camino para acometer cualquier violencia contra un judío esté donde se encuentre, sea su vecino, su compañero de estudios, un profesor, un rabino, no siendo siquiera israelí, tampoco tienen derecho a existir, de continuar sus vidas donde han nacido o habitado por un largo espacio de tiempo.
A esto le llaman BDS, Boicot, Desinversión y Sanciones.
Estos imberbes se indignan al ver a unos terroristas en ropa interior a la intemperie custodiados por soldados israelíes. Los mismos criminales que actuaron el 7 de octubre. La prensa muestra las imágenes y opina, pero no cuenta el porqué. Estas bestias en otros tiempos, solían inmolarse con sus cinturones de explosivos escondidos bajo sus ropas. Los tiempos han cambiado no es casualidad, es el tiempo de Janucá hoy en el presente, un tiempo de luz, de una luz que combate a la oscuridad que propone la barbarie del fundamentalismo islámico,  que tiene sus voceros los Sánchez, los Guterres, etc.

Pulsa en la imagen para escuchar la entrevista y si te ha gustado, deja un comentario en iVoox, para que más oyentes se sumen. Gracias, Juan Zapato.


«Mentiras piadosas», Gabriel Albiac

Transición-española

No, en 1978 no habíamos perdido la esperanza. Todavía. Es una de esas cosas tontas que, a veces, nos suceden: te empeñas en creer que el mundo cambia, que está cambiando. O bien que va a cambiar un día. Y el chasco es mayestático. Mas aprendes también a arrancarte eso. A no ser que prefieras abrazar la vida fósil de los mundos felices huxleyanos. Obediencia más «soma», aquel fármaco milagrosamente ansiolítico: «medio gramo para una jornada de asueto, un gramo para un buen fin de semana, dos gramos para viajar al maravilloso Oriente, tres para la eternidad nocturnal de la Luna…». No tenemos, por desgracia, la consoladora droga de Aldous Huxley. Pero tenemos los televisores.

¿Éramos ingenuos en aquel constituyente año 1978? No tanto como para llegar a creernos una sola silaba que saliera de los labios de quienes, a los mandos del prolijo birlibirloque llamado Estado, impusieron sus privados intereses como expresión purísima del común deseo. Nadie iba a decir nada entonces, desde luego: no es que anduvieran los tiempos como para ponerse a hablar más de la cuenta. Pero, incluso los que callábamos —porque sabíamos que hay cosas bastante peores—, comprendimos, antes incluso de que su alharaca opacara la escena pública, que en el buque fantasma de las instituciones había abordado lo peor de cada casa: se atisbaba amplio terreno virgen para la piratería, soberbios sueldos y mucho más soberbios beneficios inconfesables. También, honores a la altura de un faraón de la milmillonésima dinastía supraceleste. Todo, con esfuerzo cero. Sus bagajes académicos o laborales eran más que dudosos. Cerraban un negocio redondo. ¿Quién iba a renunciar a una bendición semejante?

Visto lo que vino luego, se convino en proclamar a los del 78 grandes hombres. Error. Eran pícaros. No tenían escrúpulos. La consunción interna de la dictadura les había regalado un poder, del cual se sabían no merecedores. Pura diagnosis aristotélica: la podredumbre es laboratorio de la vida. La natural podredumbre que sigue al óbito de quien fue dueño de un poder absoluto les acababa de hacer un regalo fastuoso. ¿Inmerecido? ¿Y qué demonios significa, en este árido, mundo «merecer» algo? La historia no los recordará como los grises sujetos que eran antes de que una misteriosa providencia —hoy no tan misteriosa–— pusiera en sus manos todas las palancas del poder. Borraron de los archivos —quemaron de los archivos, cuando fue preciso— su pasado de almas viejas. Y nadie sabrá nunca ya de dónde salieron: mejor no escarbar mucho en sus historias, que puede ser que vengan de algunas de las zahúrdas más sombrías de aquel sombrío siglo que fue el nuestro. Todo tiniebla.

Se proclamaron Padres de la Patria. A quienes habíamos tenido el dudoso privilegio de cruzárnoslos antes de su súbita fortuna, aquello nos imponía una carcajada macabra. ¿«Padre de la patria» Santiago Carrillo, por ejemplo? Carrillo es, claro está, hipérbole –¿o habría que decir epítome?– de sus colegas de esos años en los más distantes credos políticos. Si es que de aquellas gentes puede predicarse que creyeran en algo. Yo, desde luego, lo dudo. Pero, ¿a quién le importa eso? El hecho es que les salió bien. Y ¿qué se le da a nadie, a estas alturas, el coste al que se hicieron pagar su gloria? Porque ellos no la pagaron, desde luego. La pagamos nosotros, que hemos de cargar ahora con la factura de sus vidrios rotos. Y con la aún más onerosa herencia de evocarlos con un fingido respeto: su ridículo antifaz. «Cosas veredes, Sancho…» (que, como todo lector del Quijote sabe, es, por cierto, una cita apócrifa; igual que casi todo; igual que esta historia nuestra; mentira todo).

La maravilla de esos años es, vistos desde la lejanía del presente, que las cosas no acabaran bastante peor de lo que acabaron. Hubo una Constitución, al menos. Defectuosa, vale. Pero, mejor una defectuosa que ninguna. Y hoy, desde la patria náufraga que escora, aquel vulgar pasado de gentes no tan escrupulosas comparece bajo máscara de edad dorada. Es una gran mentira, desde luego: una inmensa mentira piadosa. Pero, ¿es que alguien podría soportar la atonía del presente sin mentirse un poco? ¿O un demasiado? «Dime una mentira, Vienna…», susurraba en la pantalla el Johnny Logan de nuestra infancia.

Gabriel Albiac©

Fuente: https://www.eldebate.com/opinion/20231208/mentiras-piadosas_159029.html