“A filo de obsidiana, 2010”, Josefina Magaña

A los caídos en la Plaza Melchor Ocampo

Mi canto a México
no es una oda en cuya altura
redoble un verso alejandrino,
tampoco es un soneto
porque en catorce endecasílabos
no rima el victimario.
No es épica la fiesta montada en la miseria
con luz de un escenario ensangrentado.

Si tuviera mi canto la forma de una lira,
se escuchara el grillo de la noche
en vez de estruendos y disparos.
Fuera música la tarde hasta su origen,
pero amanece sol,la noche delictiva.

Todo silencio asoma su plumaje,
rayos en cobre dividido
cortan una a una
las ganas de llorar sobre los muertos.

Quise celebrar con versos bien cortados,
acentos puestos sobre flor de noche buena
en plazas, palacios o jardines;
al menos escribir,
anáforas de luna y de cantera
para nombrar más de una vez
al Tata y a Morelos,
pero es la flor del Cempoaltxóchitl
la que arrima su brillo en estos versos.

Si fuera posible corregir el texto,
caminaría la ruta de Pátzcuaro a Texcoco,
y a filo de obsidiana
exhumar del Cuicanime
la voz del colibrí sacrificado.

Pero es tarda y lenta la utopía…

En este canto a media voz
hay una gota de sangre,
donde crecen las noches de mi Patria.

Josefina Magaña©

Acerca de Juan Zapato

Desde temprana edad mi incursión por las palabras escritas fue delineando mi perfil intelectual hacia la literatura. Ángela, mi abuela, con su cálida voz y esa facilidad para transmitir oralmente las historias que solían acompañarme por las noches –preparación para el sueño– despertó en mí la pasión por los libros. Luego vino el amor, junto con las primeras palabras que dibujaran versos adolescentes, impulsos quebrados en forzosas rimas, la intención que conlleva la pureza de plasmar sobre una hoja un universo de fantasías reales y de realidades fantásticas, trampas que el inconsciente juega a nuestros sentidos. Trasnochadas de cafés compartidas con poetas, salvadores del mundo, sabihondos y suicidas. Horas sumergidas en librerías buscando los tesoros de la literatura olvidados en algún estante. Cartas que nunca partieron hacia ningún lugar. Conversaciones perdidas con la gente que ya no está”. Ver todas las entradas de Juan Zapato

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