Archivo de la etiqueta: Poetas españoles

“És per aixó que estimo”, Joan Perucho

Marbre o lluna glaçada,
errívola,
com pensatiu asfòdel navegues per un cel d’esperança
mentre tes mans ignoren les macilentes febres,
els horrors de la mort sobre el fang
o la injúria envilida
que sota encoratjadores paraules
adrecen els homes a llurs amants secretes.

Jo voldria estimar-te
com el delicat insecte estima la petita memòria d’una flor
o com la terra estima el núvol,
tombat serenament a una harmoniosa presència
que perduri en la llum del teu cos
tan esvelt i tan jove.

Però somni que atansa el somni,
vida que alena vida
no perdona una boca, una inútil tortura;
no perdona un amor que arrela com un arbre
furiosament alçat damunt d’un ventre
o una terra materna.

És per això que estimo
aquesta vella cançó que agonitza.

Joan Perucho©

(Barcelona, 1920 – 2003). Poeta, novelista, crítico de arte y articulista. Ha cultivado, menos el teatro, todos los géneros literarios: poesía, prosa poética, narrativa corta, novela, artículos periodísticos, crítica de arte, libros de viajes y memorias. Toda su obra comparte una misma voz muy personal, estructurada sobre un fondo de ficción, con mitos fantásticos, mundos misteriosos y llena de referencias dirigidas a un público culto.
A los 27 años publica su primer libro de poemas, Sota la sang (1947), y en 1956 su primer cuento fantástico Amb tècnica de Lovecraft. Pero no es hasta la década de 1980 que le llega el éxito popular, con la reedición de la novela Les històries naturals (1960), traducida a más de 15 idiomas, y también con la publicación de Les aventures del cavaller Kosmas (1981), que obtiene los premios Ramon Llull, Nacional de Crítica Catalana i J. Creixells. En poesía cabe destacar Quadern d’Albinyana (1983), que obtiene el premio Cavall Verd de los escritores catalanes. También publica recopilaciones de artículos, como La meva visió del món (1998) o La darrera mirada (2001).
Es galardonado con el Premi Nacional de la Crítica (1981), el Premi Nacional de Literatura (1995) y la Medalla d’Or al Mèrit Artístic de l’Ajuntament de Barcelona (2001), entre otros. Fue Doctor Honoris Causa por la Universitat Rovira i Virgili, miembro de la Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona, y miembro y socio de honor de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana.


“Sé todos los cuentos”, León Felipe

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Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

León Felipe©


“Nueva York: Oficina y denuncia”, Federico García Lorca

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A Fernando Vela

Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna;
un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
He venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hechos añicos.
Más vale sollozar afilando la navaja
o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías
que resistir en la madrugada
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaciones;
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas
llenan de dolor el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros.
Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, cantando, volando en su pureza
como los niños en las porterías
que llevan frágiles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles
en la patita de ese gato quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
en el corazón de muchas niñas.
óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas por los números de la oficina.
¿Qué voy a hacer, ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?
No, no; yo denuncio,
yo denuncio la conjura
de estas desiertas oficinas
que no radian las agonías,
que borran los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.

Federico García Lorca. Oficina y denuncia de Poeta en Nueva York.


“La ventana” León Felipe–Héctor Alterio


“La señal del muñeco”, Pedro Ojeda Escudero

la señal del muñeco 1

«Sé que hay esperanza», se dijo.

la señal del muñeco 2

Sé que (no) hay esperanza.

la señal del muñeco 3

Sé que no hay esperanza.

la señal del muñeco 4

Amigo, la esperanza no es una certeza. Algún día, quizá, salgamos de este laberinto.

Pedro Ojeda Escudero©

Profesor de Literatura Española en la Universidad de Burgos (España).
Fuente: http://laacequia.blogspot.com/2007/06/la-seal-del-mueco-fotorelato.html#ixzz1hx6FuxLB
Under Creative Commons License: Attribution Non-Commercial No Derivatives

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“Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931”

Federico-Garcia-Lorca "Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. “Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre”, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: “amor, amor”, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoievski, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: “¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!”.

Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: “Cultura”. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

Federico García Lorca