Archivo de la categoría: La eñe

“Que el soneto nos tome por sorpresa”, Jorge Drexler


“Sé todos los cuentos”, León Felipe

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Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

León Felipe©


“El refrán como texto oral y escrito” María Teresa Pérez Botello (Fragmento)

REFRAN COMO TEXTO ORAL

De manera lógica, el empleo de refranes como oralidad es de creerse anteceden a su registro o empleo escrito y en muchas culturas, en la mayor parte de África por ejemplo, son un elemento importante y frecuente en la conversación normal.

Es muy frecuente que proverbios, para nosotros refranes, pertenecientes a las
diferentes culturas y lenguas del mundo expresen la misma enseñanza.

Uno de los rasgos más interesantes es que muchos de ellos pueden dividirse en dos partes contrapuestas que a menudo presentan paralelismos en la sintaxis y en el ritmo10 y vínculos de rima y aliteración. Estas características estructurales son marcas de oralidad, y son socorridas por la nemotecnia en la mayoría de las lenguas naturales, debido a que como dice Alonso: el metro, la rima, la aliteración y el paralelismo en los refranes no son únicamente elementos artísticos sino también mnemotécnicos. El pueblo atiende más a la rima o cadencia final que al número exacto de sílabas, aunque por el desuso o la transformación pierden muchos su forma poética.

Por ejemplo, en España como en México, actualmente se dice: “Más vale maña que fuerza”, pero en el siglo XVI este refrán era más amplio y se completaba
“… Y más a quien Dios esfuerza” (Alonso, 1978: 336).

También estructuralmente los proverbios (refranes de hoy en adelante en la idea hispanoamericana) presentan semejanzas interlingüísticas, por la utilización de imágenes vivas, alusiones domésticas y juegos de palabras. Unos ejemplos pueden ser para el caso hispanohablante: “A perro que no se conoce, no se le tienta el rabo”, “Al pobre y al feo todo se le va en deseo”. Estos refranes se dicen tanto en España, como en México y en Perú (Martínez Klaiser, 1978, Acuña, 1997).

Los refranes están arraigados en un sentido amplio en la cultura popular y se transmiten por vía oral. Así lo he observado en lugares rurales que no tienen acceso a la escritura, en los centros urbanos, en los medios masivos de comunicación está generalizado, los locutores de radio o los conductores de programas televisivos los emplean constantemente, forman parte del diálogo de las telenovelas y de las películas que tienen un amplio público ya de la televisión, las de VHA y DVD, y cine. Los refranes también son socorridos en los sketchs del teatro y por supuesto todos los días los escuchamos en cualquier actividad cotidiana.

La ascendencia de los refranes es oral y funcionan de la misma manera, porque son divulgados de boca en boca, se mantienen en la lengua cotidiana, y se reproducen en relación al contexto pues funcionan semióticamente a partir de
él. Se desconoce a los autores individuales de la mayor parte de los refranes, por ello se dice son anónimos. Pérez Martínez insiste en que son los residuos de un mecanismo que servía tanto para estructurar como para conservar textos en las culturas orales, y al igual que Martínez Kleiser asiente que sólo cuando un refrán es asumido por una comunidad empieza a ser refrán.

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“La ventana” León Felipe–Héctor Alterio


“ON/OFF”, Luisa García-Grajalva Bernal

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Ni siquiera merece la pena
encender hoy la vida,
dar al interruptor que ponga en marcha
otro nuevo episodio del absurdo.
Nadie echará de menos,
en este maremágnum,
dos nombres extraviados,
dos intentos estériles perdidos.
Nadie se dará cuenta
de tu ausencia o la mía
mientras el calendario
siga dictando fechas.
Tal vez valga la pena
ignorar por un día tantas causas
y todos sus efectos,
aliviar unas horas este peso
de andar a cuestas con nosotros mismos.
Tal vez así mañana no sepamos
que hemos muerto en algún lugar del mundo.

Luisa García-Grajalva Bernal©


“La niña pequeña”, Yetty Blum

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No sé cómo se llama
esa niña pequeña,
ni qué nombre tendrá.
Mantantirulirulá.

Cómo se llamará
esa niña pequeña,
y qué nombre le pondremos.
Mantantirulirulá.

Va descalza
sobre el asfalto.
Va, helada,
de un auto a otro,
en el cruce de semáforos.
Mantantirulirulá.

¿Le pondremos
dolor, amargura,
sufrimiento, rencor?
¿Le pondremos injusticia,
impotencia, resignación?

Ese nombre no me agrada.
Mantantirulirulá.
¿Y qué nombre le pondremos,
mantantirulirulá…

a la niña pequeña,
a la niña descalza,
a la niña solitaria,
hambrienta y cansada,
que de un auto a otro va,
en el cruce de semáforos,
mantantirulirulá?

Yetty Blum©


“Venganza inocente”, Dolores Espinosa

El pequeño baja todos los días a la playa portando dos diminutos cubos. Se acerca a la orilla, recoge agua, sube hasta donde se encuentra la arena seca, tira el agua, regresa a la orilla y vuelve a repetir todo el proceso. Una y otra vez. Durante toda la tarde. Incansable.
Si alguien le pregunta qué hace, él responderá sin detenerse:
-Seco el mar.
Si ese alguien le inquiere sobre el por qué, el pequeño se detendrá, mirará fijamente al inquisidor, y responderá:
-Porque él se llevó a mi papá.
Y aferrando con fuerza sus pequeños cubos, continuará, tenaz e infatigable, con su fútil venganza.

Dolores Espinosa© http://testamentodemiercoles.blogspot.com/


“El Marcapáginas–Radio Sefarad”

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Raquel Cornago entrevista a Juan Zapato en el programa “El Marcapáginas” de Radio Sefarad.

Cliquéa en la imagen para escucharla.


“desencadenas la furia…”, Juan Zapato

 

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desencadenas la furia,
traes tu abrigo corpóreo
a la quietud de mis mieses,
de través
recostando tu figura,
avivas el incendio de la siega.

girándote, estrella,
paso la noche.
vuelco la desnudez
de mi océano cósmico
sobre tu meseta,
y cobijas el eclipse del alba
recién habitada.

Juan Zapato©


“En una cajita de fósforos”, María Elena Walsh

 

María Elena Walsh

En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Un rayo de sol, por ejemplo.
(Pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra).

Un poco de copo de nieve,
quizás una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.

Les voy a contar un secreto.
En una cajita de fósforos
yo tengo guardada una lágrima,
y nadie, por suerte, la ve.
Es claro que ya no me sirve.
Es cierto que está muy gastada.
Lo sé, pero qué voy a hacer,
tirarla me da mucha lástima.

Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros.
“Basura” dirán, “Cachivaches”,
“No sé por qué juntan todo esto”.

No importa, que ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.

En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas que no tienen mamá.

María Elena Walsh©


“Confesiones de silencio”, Ana Obis

Toda mujer tiene derecho a vivir una vida sin violencia”.

A partir de hoy publicamos una serie de poemas y relatos cortos que denuncian y exponen diferentes situaciones de violencia contra las mujeres. La expresión de escritoras y escritores que forman parte de la red de escritores “Netwriters” y que tienen algo que decir al respecto.

Debería estar fregando los platos en lugar de escribiendo esto, decía mientras escondía el bolígrafo y los papeles debajo de la cama. Se sentaba frente al escritorio cuando se oyó la puerta de la calle, un grito y un golpe acompañando su cierre, hicieron que se levantara aprisa de la silla y recogiera rápidamente todas las cosas que podrían descubrir su pecado.

Se colgó su mejor sonrisa, -la única que tenía-  entre dientes y, temerosa bajó discreta la escalera, saludó mientras esperaba la primera palabra aquella que sería el detonante de otro grito.
Los primeros minutos fueron como siempre una falsa muestra de tregua; controlaba por el rabillo del ojo todos sus movimientos, dejaba de hacerlo cuando notaba como su mirada se clavaba sobre ella y esperaba que él dijera que se iba al bar, tal y como solía suceder todas las noches. Era entonces cuando respiraba tranquila unas horas, con un poco de suerte volvería lo suficientemente borracho como para no atinar a pronunciar frases con sentido, como mucho se entendería algún insulto puntual y, atrapado en un esbozo de grito sería tan ridículo que no podría herirla más que mínimamente.

Si no había suerte volvería temprano, intermedio, con el punto exacto para gritar y ser comprensible, con la fuerza precisa para golpear la mesa o el mueble del comedor, para asir cosas y arrojárselas a la cabeza, para acercarse con la mano levantada repitiendo que la iba a matar, mientras ella, que se defendía a gritos también y esquivaba los objetos que volaban, levantaba también su mano y le decía que si tenía intención de pegarle se asegurara de matarla porque si no, no viviría para contarlo.

Nunca lo hizo.

Durante años navegó en aquella vida. Él había dicho tantas veces que no era nadie, tantas veces que no valía para nada, que ella qué presumía de ser tan fuerte vivía presa en el eco de aquellas palabras, y se anuló en el único silencio que podía soportar, el de la omisión.

Mañana dejó de ser importante, lo realmente importante era pasar otro día sin demasiados gritos, malviviendo dentro de la calma. Escribiendo a escondidas y guardando los papeles que si él encontraba, destrozaría sin remedio, porque no podía soportar que ella estuviera por encima de él bajo ningún concepto, ni tan si quiera para escribir sin faltas de ortografía: TE ODIO.

Su gran mérito en la vida fue anularla, ningunearla, humillarla y arrastrar su alma al pozo del desengaño, del miedo y del ostracismo.

Nadie tiene demasiado claro de donde sacó las fuerzas necesarias y el convencimiento para realizarlo, pero una noche como tantas otras, tras uno de aquellos números de golpes, insultos y gritos, a empujones lo llevó hasta la puerta de la calle, hizo que cruzara a patadas el umbral y cerró la puerta tras de él.

(…………..)

Los meses posteriores continuó humillándola, recordándole lo puta e ingrata que era, reprochándole hasta el último detalle. Ella sonreía -con su mejor sonrisa- asía con fuerza su bolígrafo y continuaba escribiendo.

(…………..)

Nunca superó del todo esa sensación de inferioridad.

Sigue defendiéndose de todo aquello que puede sugerir violencia, porque nadie volverá jamás a herirla como entonces.

Aún huye de los afectos gratuitos y no está dispuesta a regalar a cualquiera su amor.

Y sobrevive en un mundo de verdad con su mentira a hombros.

(…………..)

Es más frágil de lo que crees. No seas tú su siguiente maltratador.

Ana Obis© http://elespejo-aspid.blogspot.com/


“A las nueve”, Mara Nefill

Toda mujer tiene derecho a vivir una vida sin violencia”.

A partir de hoy publicamos una serie de poemas y relatos cortos que denuncian y exponen diferentes situaciones de violencia contra las mujeres. La expresión de escritoras y escritores que forman parte de la red de escritores “Netwriters” y que tienen algo que decir al respecto.

Son las nueve. Oigo sus pasos en la escalera y el ruido de la puerta al abrirse. Por su olor sé lo que va a pasar. Lo presiento en el modo en que mi madre se acaricia el pelo. Silenciosa me camuflo en las sombras del pasillo. Los gritos ya han empezado en la cocina. Los puñetazos suenan distinto a las bofetadas. Lo aprendí muy pronto, casi al mismo tiempo en que logre alcanzar el pomo de la puerta del cuarto de baño. Dejo que los gritos y los golpes pasen delante de la puerta cerrada. Yo espero escondida en la bañera a que vuelva el silencio. Hoy no me tocó a mí. Lo siento por mi madre, pero yo tengo miedo, mucho miedo, por eso me escondo.

Mara Nefill©


“Oigo tu llave en la puerta y tiemblo”, Carmen Fabre

Toda mujer tiene derecho a vivir una vida sin violencia”.

A partir de hoy publicamos una serie de poemas y relatos cortos que denuncian y exponen diferentes situaciones de violencia contra las mujeres. La expresión de escritoras y escritores que forman parte de la red de escritores “Netwriters” y que tienen algo que decir al respecto.

Oigo tu llave en la puerta y tiemblo.

Me siento desnuda en la intimidad de mi angustia, cubierta por un chal de truenos que retumban y agitan mi cuerpo.

Busco zigzagueante, y tropiezo en las esquinas afiladas, agudas, del recuerdo de tu rostro antes amado, querido, y ahora temido ; solo encuentro oscuridad y carcoma; pesadumbre que he urdido en el enjambre hexagonal de mi alma, siento una arcada que no sale, que se queda pegada a mis fauces; asco, sudor helado, savia avinagrada.

No logro localizar en el tiempo el por qué de este envilecimiento tuyo.

La noche se tiñe de un verde bilioso, temo el amanecer.

Oigo tu llave en la puerta…

Y mis ojos dibujan un collar de lágrimas…

Carmen Fabre© http://eseotrotiempo.blogspot.com

Licenciada en Ciencias Biológicas (UCM),Diplomada en Magisterio (Educación Primaria).Profesora de E.S.O.


“Afirmaciones negativas”, Amando de Miguel

Son muchas las oraciones aparentemente negativas, pero que afirman y reafirman. Por ejemplo, el «yo no digo nada», después de haberlo dicho o dejado caer. Es una forma enfática de asegurar que lo dicho va a misa.

Más chusco es el recurso a una negación para comenzar una frase afirmativa. Por ejemplo, «no, si yo opino lo mismo». Ese «no» equivale a realmente un «sí». El extremo retórico podría ser el de repetir varias veces el «no» para indicar que «sí». Hay gente que emplea ese paradójico recurso con mucha gracia.

Para indicar que algo es significativo, el que habla puede decirle al interlocutor: «ni te cuento». En realidad, ya se lo ha contado o por lo menos lo ha dejado caer.

Una expresión muy castiza es el «¡no te digo!», que equivale a aproximadamente a «mira lo que te he dicho». De forma parecida el «¡no me digas!» traduce el asombro y la curiosidad por lo que acaba de decir el interlocutor.

El «no» parece a veces insuficiente. Se puede matizar con el «como que no», que es una negación irónica y un tanto vulgar.

Hay otras partículas negativas aparte del «no». Por ejemplo, está el «nada» que puede significar «mucho». Es el caso de la famosa frase de «no es nada lo del ojo… y lo llevaba en la mano». Se atribuye al arriesgado torero Desperdicios, corneado en la cara por un toro. El diestro salió por su pie para la enfermería de la plaza llevando el ojo en la mano. El hombre decía para animar a la cuadrilla: «No es nada lo del ojo». Desde entonces la expresión «no es nada lo del ojo» tiene un sentido ponderativo para indicar que ese «nada» irónicamente, quiere decir «mucho».

Hay otras formas ponderativas con apariencia de negaciones. Es el caso de «menos da una piedra». Se usa irónicamente para consolarse de lo conseguido, que puede parecer poco, pero que se agradece. La fórmula «nada más y nada menos» tan barroca, sirve el mismo propósito de conformarse con lo que se tiene o se observa; puede equivaler, incluso, a insinuar que algo resulta bastante notorio. La frase hecha «nadie es más que nadie» alude a una deseable igualdad entre las personas.

En el lenguaje infantil se puede enunciar directamente una frase afirmativa con una intención negativa. Así, «me importa» indica realmente que uno hace como que no le importa algo para consolarse o para conseguirlo.

Amando de Miguel©


“El tintero”, Antología de cuentos breves de Netwriters

ElTintero

El próximo viernes, día 25 de noviembre, presentaremos en sociedad nuestro precioso libro, el primero de la larga saga que la editorial Atlantis dedica al sello Netwriters.

Os esperamos para festejarlo en la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, en la calle Leganitos, 10 de Madrid. A las 8 de la tarde.

No te pierdas este histórico acontecimiento.

Los autores que componen la antología “El tintero”:

Cristina Ares Chicote, Alfredo Piquer, Óscar Gómez, Raquel Riesco, José Pedro Gil Román, José Carlos Rabanal, Andrés Antonio Estresado , Raquel González, África Nubla, Mª Carmen Fabre González, José Ríos Pérez, Mercedes García, Ricardo Manzanero, Laura Luengo, Esther Requena, Lydia Cotallo, Ángeles Martínez Rica, Javier Reiriz Villar, Carlos Lara, Carlos Carricondo Morales, Juan Zapato, , Ana Campo, Vicente E. Ramón Gómez, Pablo Moreno, Núria Casalprim, Luisa Grajalva, Rosaura Mestizo Mayorga, Javier Puente, Charo Orrio, Mª Soledad Soler Pelegrín, Dolores Espinosa Márquez, Juan Manuel Agudo, Ana Mª García Márquez de Prado, Aurora Maldonado Pinto, Emilio Porta, Vicente Donoso Donoso, Francisco González Marín, Rocío de Juan, José Mª Gómez de la Torre, Antonio Mas Torres, Fefa Martí Maldonado.


“Tratado de los gestos”, Enrique Gracia Trinidad

A Soledad Serrano
que creyó en este poema antes que yo.

Algunos gestos son arrojadizos, están llenos de furia, listos para que el aire se ilumine y sepa la distancia, la infinita distancia miserable que separa a los hombres de la vida.

Otros son aún más rápidos, una ráfaga, un brillo, un chasquido de luz. Son para confianza de la piel, para que no se nos olvide la caricia más tenue.

Muchos parecen sin sentido pero tienen misterios en la manga, secretos incurables, decididas nostalgias, horror a la distancia que los niegue o devore.
La mayoría de los gestos no son más que sustancia de abandono, impecable blancura, milagro inusitado, carne sola, manera de existir.

Tened a mano siempre vuestro gesto, que lleve nombre o contraseña. No lo perdáis de vista por si os es necesario para pensar, amar, decir quién sois; para reconoceros, entregaros, ocupar vuestro puesto en la escena del mundo.

Así reposa el índice en los labios, artesa de los besos y el silencio, así damos la espalda no entregada, la espalda en que nos vamos, dócil gesto de adiós o sígueme.
Así se tiran dados por la mesa, con un leve desorden de las uñas, tras haberlos mimado entre los dedos: “¡Allí, allí !” cantan luego los dados. Y el gesto se hace ajeno aunque fue nuestro.

Así se arroja el guante o la toalla, soberbio desafío o rendición, campo de hierba y sangre, cuadrilátero hermético de cuerdas, de pasión y de gritos, lugar de amor o espacio de locura.
Así nos despedimos frotando la distancia con la mano, desafiamos al espejo con los dientes o entornamos los ojos para ver más hondo.

Encogerse de hombros es todo un recital de ergonomía.

Así son tantos gestos que hacen alta la vida.
Llevar la mano al pelo y retirarlo para que no sofoque la tristeza ni
oculte los deseos, mirar sin ver la hora del reloj, que puede ser la nuestra algunas veces, acurrucar los dedos sudorosos ocultos en el alma del bolsillo, mirar al fondo de metal o vidrio, cuando en el ascensor gime el silencio.

Unos gestos ayudan, otros duelen, aquéllos dejan ácida la boca, éstos
los ojos tristes, la memoria tensa.
Los hay que alegran y los hay terribles. A veces todo al mismo tiempo, como un beso tirado en el vacío, o un dedo que se agita reclamando, riñendo, dueño de aviso siempre, amenazante o protector.

Tender la mano a un niño, “ten cuidado”, para que logre cruzar la vida
o la calzada con nuestra palma en vilo y nuestro miedo.

Humedecer los labios, ¡oh, esa alquimia que siempre alimentó el deseo! Girar el cuello a la sartén que nos reclama mientras se bate un huevo
en la cocina.

Ir pasando las páginas de un libro, sin leer, sin saber cómo; suspirar levemente cuando empieza la turbia carretera su canción, madrugado sopor, tedio, noticias.
Puño o mano tendida, caricia o bofetada, movimiento o quietud, insinuación u olvido.
Los gestos son lo que sujeta el mundo.

Toser antes de hablar, quitarse un hilo de la ropa y hacer con él planetas, frotar donde las gafas estuvieron, teclear con los dedos el volante, la mesa, la rodilla impaciente.
Comprobar el botón agonizante, devolver la mirada de reojo con oficio aprendido en antiguas películas.
Todo mientras se afloja la corbata o devolvemos al lugar perfecto la hombrera de un vestido.

Los gestos son sin duda lo que sujeta el mundo.

Enrique Gracia Trinidad©

De “Todo es papel” 2002
Accésit del Premio Ciudad de Torrevieja, 2002

Realización video: Santiago Solano.


“Literarte Nº 30”, Amigos escritores de Kfar Saba

Literarte30

Te invito a visitar el trabajo de mis Amigos Escritores de Kfar Saba (El pueblo del abuelo), poetas y narradores israelíes en español.

Cliquea en la imagen, espero lo disfrutes, Juan Zapato.


“Cuentos infantiles para adultos”, Juan Zapato

La vuelta

calesita de jose neuquen 1701Ve a un hombre que pasa, se acerca a él y le saluda cortésmente, y atrevidamente su nombre le pregunta.

—Me llamo ¡Aldón Pirulero1!, ¿nunca escuchó cantar de mí?

—Sí, pero, hace ya mucho…- responde sorprendido.

-No es el único, créame. Yo ando cabalgando día tras día, montado con ancha hidalguía, disculpe mi jactancia, en este caballo brincador. -Y señala a un caballito que sube y baja sin cesar, dentro de una pequeña calesita. Descubre esa inquietud infantil, agonizando dormida en cada hombre. Lo interrumpe:

— ¿Dígame Aldón, si por ser “grande”, ya no puedo cantar y bailar y tener la aventura de enamorar a “La hija del Chocolatero”?

Necesitaría una rayuela de color verde, para poder vivir, y ahí levantar una casa amarilla y roja, con techo de estrellas y luna blanca.

Necesitaría una sonrisa auténtica, para recordar mi niñez y compartirla.

Eso sí, ahora que me encuentro desarmado, quisiera ser sordo un instante, sería suficiente, para no escuchar la voz de Mambrú, llamándome, – llevándome – a la guerra, guerra de la que nunca volveré.

No puedo ir con él, quiero jugar con cubos de madera, de tamaños diversos llenos de letras por todos sus costados, y sentarme sereno, a armar palabras que en realidad no conozco.

— ¿Dígame Aldón, qué hago?, sentado solo en una plaza desierta de gritos; sin oler el pasto, sin apreciar sus silvestres flores, quietecitas, inmóviles, aguardando el cuidado natural de una lluvia fresca. ¿Dónde están mis compañeros de juego? ¿No los has visto? ¿Y ese amor que nació aquí, hace ya muchos años?

Llévame a formar una gran ronda que recorra todos los barrios de la ciudad.

Acompáñame, Aldón Pirulero, a subir toboganes, para que una vez que estemos allá arriba, demos un salto grande, con los brazos abiertos, queriendo atrapar contra nuestros pechos, ese inmenso globo rojo que sube y desaparece tras la nubes formadas por el humo que lanza una vieja chimenea.

¡Con cuidado Aldón! Estamos llegando al suelo, ¡mira!, ha salido la luna blanca.

¿Sabes, me parece ver a muchas mujeres embarazadas, cantándole a los hijos que pronto han de nacer. ¡Escucha!, sí, y por qué no, el llanto de un niño se introduzca en nuestros oídos, para despertarnos, cuando sea necesario saltar de la realidad.

Vamos juntos Aldón, a embarrarnos en los charcos que dejó la lluvia pasada.

Bajemos las barrancas que inventamos, que el que llega primero, tendrá más tiempo para descansar, cuando nuestros corazones rompan violentamente contra nuestros agitados huesos.

Ahora sí, ahora estoy comenzando a sentirme mejor. Retomemos el juego:

“Aldón, Aldón, ¡Aldón Pirulero!;

compañé, compañé, compañero de juego;

nunca más, nunca más, nos separaremos;

porque hoy, porque hoy, nacimos de nuevo;

cara al sol, cara al sol;

sin llanto y sin miedo;

y el dolor se fugó;

porque nació el amor;

porque Usted, porque Yo;

Nosotros y Todos…

Larala, larala, larala lalála…”

—Disculpe señor, aquí termina el recorrido, ¿se quedó dormido?

— ¡Ah!, sí, gracias. Sí, ya bajo.

Baja del colectivo2 y se dirige a una plaza.

Juan Zapato©

1 Referencia al juego infantil de Al don Pirulero, también llamado Antón Pirulero. Juego en el que cada participante hace la mímica de tocar un instrumento musical.

2 Colectivo: autobús.


“Mi hombre”, Rosa Montero

Me he casado con un descuartizador de aguacates. Ya comprenderán que mi matrimonio es un fracaso. Cuando conocí a mi marido yo tenía diecinueve años. Por entonces estaba convencida de que el día más hermoso en la vida de una muchacha era el día de su boda, y cada vez que veía una novia me ponía a moquear de emoción como una tonta. Ahora tengo cuarenta y tres años y no me divorcio porque me da miedo vivir sola.
 
Él es un hombre muy bueno. Es decir, no me pega, no se gasta nuestros sueldos en el juego, no apedrea a los gatos callejeros. Por lo demás, es de un egoísmo insoportable. Viene de la oficina y se tumba en el sofá delante de la tele. Yo también vengo de mi oficina, pero llego a casa dos horas más tarde y cargada como una mula con la compra del hiper. Que me ayudes, le digo. Que ahora voy, responde. Nunca dice que no directamente. Pero yo termino de subir todas las bolsas y él no ha meneado aún el culo del asiento. Voy a la sala, le grito, le insulto, manoteo en el aire, me rompo una uña. Él ni se inmuta. Entonces me siento en una silla de la cocina y me pongo a llorar. Al ratito aparece él, en calcetines. “¿Qué hay de cena?”, pregunta con su voz más inocente. Hago acopio de aire para soltarle una parrafada venenosa, pero él me intercepta con una habilidad nacida de años de práctica: “Ya sé, te voy a preparar una ensalada que te vas a chupar los dedos”, exclama con cara de pillín. Esa ensalada de aguacates y nueces y manzana que tanto le gusta. Así que yo me amanso porque soy idiota y, aunque refunfuñando, le ayudo a sacar los platos, la fruta, los cuchillos, y le ato a la espalda el delantal mientras él mantiene los brazos pomposamente estirados ante sí como si fuera un cirujano a punto de realizar una operación magistral a corazón abierto.

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“Me llamo barro aunque Miguel me llame”, Miguel Hernández

Miky-Molina

Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.
 
Soy un triste instrumento del camino.
Soy una lengua dulcemente infame
a los pies que idolatro desplegada.
 
Como un nocturno buey de agua y barbecho
que quiere ser criatura idolatrada
embisto a tus zapatos y a sus alrededores,
y hecho de alfombras y de besos hecho
tu talón que me injuria beso y siembro de flores.
 
Coloco relicarios de mi especie
a tu talón mordiente, a tu pisada,
y siempre a tu pisada me adelanto
para que tu impasible pie desprecie
todo el amor que hacia tu pie levanto.
 
Más mojado que el rostro de mi llanto,
cuando el vidrio lanar del hielo bala,
cuando el invierno tu ventana cierra
bajo a tus pies un gavilán de ala,
de ala manchada y corazón de tierra.
Bajo a tus pies un ramo derretido
de humilde miel pataleada y sola,
un despreciado corazón caído
en forma de alga y en figura de ola.
 
Barro en vano me invisto de amapola,
barro en vano vertiendo voy mis brazos,
barro en vano te muerdo los talones,
dándote a malheridos aletazos
sapos como convulsos corazones.
 
Apenas si me pisas, si me pones
la imagen de tu huella sobre encima,
se despedaza y rompe la armadura
de arrope bipartido que me ciñe la boca
en carne viva y pura,
pidiéndote a pedazos que la oprima
siempre tu pie de liebre libre y loca.
 
Su taciturna nata se arracima,
los sollozos agitan su arboleda
de lana cerebral bajo tu paso.
 
Y pasas, y se queda
incendiando su cera de invierno ante el ocaso,
mártir, alhaja y pasto de la rueda.
Harto de someterse a los puñales
circulantes del carro y la pezuña,
teme del barro un parto de animales
de corrosiva piel y vengativa uña.
 
Teme que el barro crezca en un momento,
teme que crezca y suba y cubra tierna,
tierna y celosamente
tu tobillo de junco, mi tormento,
teme que inunde el nardo de tu pierna
y crezca más y ascienda hasta tu frente.
 
Teme que se levante huracanado
del blando territorio del invierno
y estalle y truene y caiga diluviado
sobre tu sangre duramente tierno.
 
Teme un asalto de ofendida espuma
y teme un amoroso cataclismo.
 
Antes que la sequía lo consuma
el barro ha de volverte de lo mismo.

Miguel Hernández©

Fotografía: ©Araceli Merino, Micky Molina, Mataró, 2011

Fuente: http://aracelifoto.blogspot.com/2011/05/micky-molina.html