Archivo de la categoría: Literatura juvenil

“Sobre poesía y poetas”, Autores varios

Contra los poetas

castleeLos poetas no sólo escriben para los poetas, sino que se celebran unos a otros, se elogian mutuamente. Su mundo, o mejor dicho, su pequeño mundo no se distingue de otros pequeños mundos herméticos y especializados: los ajedrecistas ponen al ajedrez en la cima de la creatividad humana; tienen sus jerarquías (hablan de Capablanca como los poetas hablan de Mallarmé); refuerzan entre ellos la convicción de ser gentes eminentes. Los ajedrecistas, sin embargo, no tienen pretensiones tan universales y, además lo que a ellos se les puede perdonar resulta imperdonable en el caso de los poetas. Debido al aislamiento, todo se hincha: hasta el poeta más mediocre adquiere dimensiones apocalípticas y los problemas más irrelevantes se convierten en problemas vitales.
Recordemos, por ejemplo, las pavorosas polémicas sobre la cuestión de la asonancia y el tono con que se abordaban: parecía que la suerte de la humanidad dependía de la legitimidad o no de la rima asonante [si es posible o no «rimar espesura y susurran »] como recurso poético. Cosas como ésta ocurren cuando el espíritu de la grey eclipsa el espíritu humano.

Witold Gombrowicz: “Contra los poetas”. Sequitur, Madrid, 2009, pp. 36-37.

separador2Manoel de Barros

Noventa por cento do que escrevo é invenção. Só dez por cento é mentira.

Manoel de Barros: “Todo lo que no invento es falso” (Antología). Diputación de Málaga, Málaga, 2002.

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Faulkner

William Faulkner (1897-1962) quiso ser poeta durante más tiempo del que se cree: desde 1919, en que publica su primer poema, The Afternoon of a Faun, hasta 1933, fecha de aparición de su segundo y último poemario, A Green Bough –«Una rama verde»–. En 1924, había dado a conocer The Marble Faun –«El fauno de mármol»–, su primer libro publicado. Estos catorce años de acarreo lírico –casi un tercio de su carrera literaria– revelan su ansia por erigirse en poeta, aunque no le rindieran, a su juicio, los frutos deseados. Faulkner era su crítico más implacable, y siempre menospreció sus poemas: en cartas dirigidas a sus editores en 1932, los consideraba «de segundo rango» o, simplemente, malos. Faulkner estaba convencido de que nunca sería buen poeta; por eso, dice, «probó con algo en lo que pudiera ser un poco mejor», como el relato breve y la novela, aunque siempre sostuvo que su prosa era, en realidad, poesía.

Eduardo Moga: «William Faulkner, el poeta que se menosprciaba», en El Ciervo, año LVII, Julio-Agosto 2008, nº 688-689, p. 48.

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Verso libre

Escribir en verso libre es como jugar al tenis con la red bajada.

Robert Frost,  en ‹http://www.poetsgraves.co.uk/poets_
on_poetry.htm›.

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El nervio de la espada es el camino de la muerte

jardin andalusiEstamos convencidos de que la poesía –o mejor, la esencia de lo poético– fue el combustible de la espiritualidad arcaica, y por consiguiente el de sus conquistas artísticas. La poesía no es algo moderno, ni jamás fue patrimonio de nadie. Es el medio de que se sirve nuestro anhelo por asimilar cuanto nos resulta a la vez sensible e incomprensible. A mi entender, los actuales analistas de la prehistoria debieran valorar más la poesía y entregar menos su alma a las ciencias experimentales, cuyas certidumbres producen con frecuencia enormes errores de interpretación en este campo. Y lo peor es que se trata de errores muy difíciles de superar porque se consideran asentados sobre la roca científica, ante la cual no existen hoy más alternativas que bajar la cabeza y levantar el trasero. Por otro lado, y puestos a ser cínicos, cuando sospecho que dos interpretaciones distintas pueden ser igualmente erróneas, valoro la más sugestiva sobre la más ramplona.

Alberto Porlan: “La hipótesis del ganso”.

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Un poema de Chuang Tzu (China, s.IV a. EC.)

El sonido del agua
dice lo que pienso.

Alan Watts: “El camino del Tao”. Kairós, Barcelona, desde 1976, p. 128.

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Jonia y Grecia, alrededor del 700 a. EC.

250px-Hildegard_von_Bingen_Liber_Divinorum_OperumEn Jonia y Grecia domina, en cambio, por lo menos entre los ciudadanos libres, la libertad de concurrencia económica. Con el comienzo del individualismo económico llega a su fin la compilación de la epopeya; y con la simultánea aparición de los líricos también el subjetivismo comienza a imponerse en la poesía; esto no sólo en cuanto a los temas, ya que la lírica trata objetos de por sí más personales que la épica, sino también en la pretensión del poeta de ser reconocido como autor de sus poemas. La idea de la propiedad intelectual se anuncia y echa raíces. La poesía de los rapsodas era un producto colectivo, propiedad común y proindiviso de la escuela, del gremio, del grupo; ninguno de ellos consideraba de su propiedad personal los poemas que recitaba. En cambio, los poetas de la época arcaica, y no sólo los líricos del sentimiento subjetivo, como Alceo y Safo, sino también los autores de la lírica gnómica y coral, hablan al oyente en primera persona. Los géneros poéticos se transforman en expresiones más o menos individuales; en todos ellos el poeta se expresa directamente o habla directamente a su público.

Arnold Hauser: “Historia social de la literatura y el arte”. Guadarrama, Madrid, 1969, t. 1, p. 106.

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Jean Cocteau

Yo sé que la poesía es imprescindible, pero no sé para qué.

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Vates

El apelativo uates deriva de uis mentis, «frenesí», según Varrón, o de uiere, «trenzar» versos, es decir, darles una línea ondulada, modularlos; así, antaño «poeta» se decía en latín «vate» y sus escritos «vaticinios», porque al escribir los agitaba una especie de violencia, casi una locura, o bien porque, como unían melódicamente las palabras, los antiguos no decían que las enlazaban sino que las trenzaban. También los adivinos recibían este mismo nombre por el estado de furor en que caían, y porque solían expresar sus profecías en verso.

Isidoro: Etimologías, VIII 7, en Biografías literarias latinas, Gredos, Madrid, 1985, pp. 71-72.

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La poesía siempre es lo lejano

La poesía infantil consiste en simular el porvenir adelantándosele, como la poesía de la edad madura consiste a veces en retroceder hasta la edad de oro. La poesía siempre es lo lejano. El arte del gobierno moral es siempre entrar en la poesía de una edad para dirigirla.

Enrique Federico Amiel: “Diario íntimo”. Tebas, Madrid, 1976, p. 89.

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Juglares y trovadores

Los juglares, que se encuentran de nuevo en todas las cortes, y que, en lo sucesivo, forman parte de la comitiva, incluso en las cortes más modestas, eran expertos histriones, cantaban y recitaban.
¿Eran obras suyas las composiciones que recitaban? Al principio, como sus antecesores los mimos, probablemente tuvieron que improvisar con frecuencia, y hasta la mitad del siglo xii fueron, sin duda alguna, poetas y cantores al mismo tiempo. Más tarde, sin embargo, debió de introducirse una especialización y parece que al menos una parte de los juglares se limitó a la recitación de obras ajenas. Los príncipes y nobles, sin duda, les ayudaban como expertos en la solución de dificultades técnicas.
Desde el primer momento, los cantores plebeyos estaban al servicio de los nobles aficionados, y, más tarde, probablemente también los poetas caballeros empobrecidos sirvieron del mismo modo a los grandes señores en sus aficiones. En ocasiones, el poeta profesional que alcanzaba el triunfo recurría a los servicios de juglares más pobres. Los ricos aficionados y los trovadores más ilustres no recitaban sus propias composiciones, sino que las hacían recitar por juglares pagados.

Arnold Hauser: “Historia social de la literatura y el arte”. Guadarrama, Madrid, 1969, t. 1, p. 293.


“Literatura de Viajes”

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“Marta Minujín inauguró su Torre de Babel de 30 mil libros”

0000034721 En un acto encabezado por el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, y con la asistencia del Ministro de Cultura, Hernán Lombardi, quedó inaugurada oficialmente hoy en la Plaza San Martín La Torre de Babel de Libros, una obra de Marta Minujín, que también se encontraba presente.

La Torre de Babel constituye una de las principales actividades de Buenos Aires Capital Mundial del Libro 2011 y podrá ser visitada a partir de mañana en forma gratuita todos los días de 10 a 22 horas, hasta el 27 de mayo.

“Esto es un milagro, es frotar la lámpara de Aladino y que salga esta Babel de Libros para entrar en el imaginario colectivo. Es una manera de unificar a los argentinos y que seamos todos amigos a través del arte.” –dijo Marta Minujín.

Los vecinos y turistas que recorran a partir de mañana los siete pisos de la Torre escucharán una banda de sonido que repite la palabra libro en todos los idiomas originales de los países que forman el proyecto y encontrarán además dispositivos e-readers con la palabra. A cada visitante se le entregará un cuadernillo con información explicativa del proyecto y el cuento “La biblioteca de Babel” de Jorge Luis Borges.

Además, desde el 12 al 27 de mayo el público que visite la Torre de Babel podrá disfrutar de una programación de actividades literarias y culturales organizadas por el Ministerio de Cultura en conjunto con las diferentes embajadas y asociaciones que forman parte del proyecto.
Las visitas a la Torre se realizarán en grupos con un guía y hay que solicitar previamente un turno ingresando a

 http://www.capitaldellibro2011.gob.ar/torredebabel/

Cómo se construyó la Torre de Babel de 30.000 libros

Más de 50 países, representados a través de sus embajadas, asociaciones y delegaciones, donaron libros en su idioma original para construir la Torre. Entre los textos recibidos se encuentran novelas, cuentos cortos, libros de poesía, de ensayo, de historia, y de arte, entre otros.

Además, quienes viven y transitan la Ciudad han podido sumarse a este gran proyecto aportando sus libros durante la campaña de recolección que impulsó el Ministerio de Cultura en el mes de marzo en bibliotecas, librerías y Centros de Gestión y Participación de la Ciudad.

Los libros reunidos fueron trasladados a la Biblioteca Manuel Gálvez (Córdoba 1558) donde se dispuso de un espacio para su correcta preparación. Allí se realizó el inventario de todos los títulos y se selló cada uno de los libros con el nombre del país donante. Luego, se embolsaron en forma individual para protegerlos de las diferentes situaciones climáticas a las que estarán expuestos durante los días que formen parte de la Torre y por último se organizaron por países para el traslado a la Plaza San Martín.

A pocos días de haber estrenado el título de Capital Mundial del Libro, la ciudad tendrá una gran obra que mostrará lo diverso, lo particular conviviendo en un mismo espacio; el mundo, nuestra ciudad y la obra armando la trama. La posibilidad de construir lo colectivo desde lo particular: una gran metáfora de lo que sucede a diario en la ciudad de Buenos Aires.

El destino final de la Torre

La distinción de Capital Mundial del Libro la otorga la UNESCO cada año a una ciudad diferente como reconocimiento al trabajo que allí se ha desarrollado para promover los libros y la lectura y es por otro lado una gran oportunidad para que lectores, escritores, editores, traductores, estados y empresas se unan durante todo un año en la búsqueda de un objetivo común: la celebración de la palabra.

El 28 de mayo, día en que se inicia el desarme de la Torre, pequeños grupos de residentes oriundos de los diferentes países intervinientes en el proyecto ingresarán a la Torre y tomarán un ejemplar en su idioma materno.

El conjunto restante de los libros serán trasladados a la sede de la Biblioteca Gálvez, avenida Córdoba 1556, para ser catalogados y pasar formar parte de la Primera Biblioteca Multilingüe de la Ciudad de Buenos Aires.

Fuente: http://notio.com.ar


“Cartelera”

 

Instituto Cervantes Tel Aviv
Instituto Cervantes

4.5.2011 19:30

Invitación / הזמנה

Encuentro literario La novela histórica

Santiago Miralles Huete y Hagai Dadan          

La nóvela histórica es un género en fase de expansión en España, tanto en número de autores como de lectores. Por su parte, la Tierra de Israel es telón de fondo de novelas escritas por autores de ambos países. Un escritor español y uno israelí, analizarán las características del género y su gran éxito en los últimos años.

Santiago Miralles Huete (España, 1962) es novelista y diplomático. Sus libros tienen una temática variada, desde su primera novela, en la que cuestiona la versión oficial del fusilamiento del emperador Maximiliano de México, hasta las relaciones de los artistas y escritores del Siglo de Oro de España y la emigración española en Alemania. Ha vivido en Hannover, Seúl, San Salvador y Túnez, y actualmente trabaja en La Haya.

Hagai Dagan (Israel, 1964) es escritor, investigador sobre judaísmo y pensamiento israelí y profesor universitario, Jefe del Departamento de Pensamiento Judío en la Escuela Académica Sapir. Premio Primer Ministro de Literatura (2007). Autor de novelas, libros sobre estudios judaicos, ensayos y una colección de poesía. Colaborador permanente del periódico Haaretz.
En español, y hebreo con traducción simultánea.
Instituto Cervantes en Tel Aviv.
Entrada libre.

מפגש ספרותי
הרומן ההיסטורי

סנאטיאגו מיראייס אואטה וחגי דגן

ז’נר הרומן ההיסטורי הולך ותופס תאוצה הן כשמדובר ביצירות הנאמנות לאמת ההיסטורית והן לכאלה המשתמשות באירוע היסטורי כרקע לכתיבת רומנים  רחבי יריעה. הז’נר נמצא בפריחה גדולה במיוחד בספרד, אולי בשל ההיסטוריה המורכבת שלה המציתה את דמיונם של כותבים וקוראים כאחד. סופר ישראלי וספרדי ידונו סביב שולחן אחד בתופעה.
סנטיאגו מיראייס
(ספרד, 1962) דיפלומט וסופר יליד מדריד. בשנת 2000 פירסם את ספרו "האדמה הקלה", על הקיסר מקסימיליאנו במקסיקו. 
ברומן "השפה של אלוהים" הוא בונה את עולמה של ספרד בתור הזהב של הבארוק. על יצירתו זכה במגוון פרסים. התגורר בהאנובר, סיאול, סן סלבדור, תוניסיה וכעת מתגורר בהאג.

חגי דגן
(ישראל, 1964), יליד קיבוץ עין המפרץ. ראש החטיבה למחשבת ישראל במכללת ספיר. פירסם סיפורים קצרים ומסות בכתבי-עת וכותב קבוע במוסף הספרים של הארץ. בין ספריו: הרומנים "מתחת לקו העונג" "רשומות מאי הנשים", "למלך אין בית" וספרי העיון: "המיתולוגיה היהודית" ו"יהדויות: תמונה קבוצתית". על יצירתו זכה בפרס ראש הממשלה לספרות עברית (2007).

בספרדית ובעברית עם תרגום סימולטני.
במכון סרוונטס תל אביב.

הכניסה חופשית.

Instituto Cervantes Tel Aviv
Shulamit, 7
64371 Tel Aviv
Israel
Tel. : +972-3-5279992
Fax: +972-3-5299558
culttel@cervantes.es

 

Convocatoria-2-2011

Qué es DEMAC

Documentación y Estudios de Mujeres, DEMAC, es una asociación civil no lucrativa creada en 1989 por la Dra. Amparo Espinosa Rugarcía con el fin de promover el desarrollo integral de las mujeres mexicanas. Tiene su Dirección General en el Distrito Federal y cuenta con sedes en los siguientes lugares de la República Mexicana: Chihuahua, Puebla y Querétaro.

Objetivos:

  • Apoyar económicamente a mujeres mexicanas de escasos recursos en situaciones de emergencia.
  • Invitar a todas las mujeres mexicanas, en especial aquellas que viven situaciones de marginación, a contar con valor y honestidad sus historias para difundirlas.
  • Rescatar vivencias y testimonios femeninos que les permitan a las mujeres mexicanas mirarse bajo sus propios parámetros y no bajo el prisma de los valores que les son ajenos.
  • Promover que las mujeres de las diferentes regiones y medios sociales del país participen en los «Premios DEMAC Para mujeres que se atreven a contar su historia®
  • Difundir el pensamiento de las mujeres mexicanas publicando sus escritos autobiográficos.
  • Fomentar la reflexión social respecto de la realidad de las mujeres mexicanas a través de las publicaciones de su Editorial DEMAC

Mayor información sobre el concurso: amaranta.medina@demac.org.mx

 

 

"C Á N T A M E   LO  U N I V E R S A L"
Sábado 7 de mayo a las 17.30hs:
Rivadavia 674 en "La dolce vita"

Escobar, Pcia. de Buenos Aires

SI TE GUSTA LA LECTURA EN GENERAL, LA POESÍA ,

EL CUENTO, LA NOVELA  NO TE LO PIERDAS

la entrada es libre y gratuita y también podrás leer  tus escritos…
¡¡ ¡TE ESPERAMOS!!!!

  En el espacio taller:
– Cómo acercarse al cuento y a la poesía
– La aptitud para narrar a cargo de Jorge Rulfi

cantigasgotico "CANTIGAS DE ALFONSO X"
Arte gótico

Jorge Rulfi, presidente de SADE-ESCOBAR presenta su último libro :
"Rumbo gótico" Editorial Vinciguerra

Lo pueden encontrar en el Espacio de Poesía ubicado en el Pabellón Amarillo. Calle 12. Stand N°2530 de La Feria del Libro
Rulfi firmará los libros el día 4 de mayo de 16 a 17hs en el Pabellón Azul. Nº 203 correspondiente a SADE Nacional

 


"Arte poética", María Elena Walsh

Rarísima, desesperada
complicidad de los papeles.
Es muy lindo decir naranja,
pero la tinta cómo duele.
Cuánta fatalidad nos hace falta.
Yo no sé cómo hay gente que se atreve.

Me olvidaría de vivir
pero aprendí cómo se muere:
clavándose una lapicera
en el amor a la intemperie,
o resbalándose memoria abajo,
sin paliativos, infinitamente.

Y me pregunto para qué.
No hay apariencia que conteste.
Al fin y al cabo me pondría
a hacer espuma con laureles
y cambiaría la posteridad
por una basurita, por un peine.

Hace tiempo que tengo ganas
de decírselo a mucha gente:
sepan que callo de certeza
y que fallezco de obediente,
y que no tengo la menor idea
y que me desespero para siempre.

Cuánto más cómodo sería
imaginar entre los peces,
disimular como el rocío
todo delito transparente,
colaborar con intachables piedras
o llamar por teléfono, o que espere.

Hasta cuándo podré durar
en un empleo tan urgente,
tan frágil, sin escapatoria,
escarbando lo que sucede
en zonas sumergidas donde todo
se quiere arrepentir pero no puede.

La verdad es que soy testigo
de festividades solemnes,
que padezco una colección
de musicales intereses,
que ríos y manzanas me autorizan
y estoy a cargo del color celeste.

Pensar que no sabremos nunca
qué pasa dentro de las nueces.
No me pregunten. Con locura
y con el permiso de ustedes
me voy a agonizar otro poquito
con las palabras. Hasta que me lleven.

María Elena Walsh


“Nieve”, Maxence Fermine (fragmento)

Yuko Akita tenía dos pasiones.

El haiku y la nieve.

El haiku es un género literario japonés. Es un breve poema compuesto por tres versos y diecisiete sílabas. Ni una más.

La nieve es un poema. Un poema que cae de las nubes en copos blancos y livianos. Ese poema viene de la boca del cielo, de la mano de Dios. Tiene un nombre. Un nombre de resplandeciente blancura. Nieve. niev

La nieve posee cinco características principales.

Es blanca.

Hiela la naturaleza y la protege.

Se transforma continuamente.

Es una superficie resbaladiza.

Se convierte en agua.

Cuando se lo comentó a su padre, éste no vio en ello más que aspectos negativos, como si la extraña pasión de su hijo por la nieve hiciese a sus ojos más aterradora aún la estación invernal.

Es blanca. Por lo tanto es invisible y no merece existir.

Hiela la naturaleza y la protege. ¿Quién es esa orgullosa para pretender convertir el mundo en estatua?

Se transforma continuamente. Luego no es de fiar.

Es una superficie resbaladiza. Así que ¿quién puede disfrutar resbalando en la nieve?

Se convierte en agua. Lo hace para inundarnos más en la época de deshielo.

Yuko, en cambio, veía en su compañera cinco cualidades distintas, que eran un puro deleite para su talento artístico.

Es blanca. Luego es una poesía. Una poesía de gran pureza.

Hiela la naturaleza y la protege. Luego es una pintura. La pintura más delicada del invierno.

Se transforma continuamente. Luego es una caligrafía. Existen diez mil modos distintos de escribir la palabra nieve.

Es una superficie resbaladiza. Luego es una danza. En la nieve, todo hombre puede creerse funámbulo.

Se convierte en agua. Luego es una música. En primavera, troca los ríos y torrentes en sinfonías de notas blancas.

– ¿Todo eso es para ti la nieve? – preguntó el sacerdote.

– Representa mucho más aún.

Aquella noche el padre de Yuko Akita comprendió que el haiku no bastaría para colmar los ojos de su hijo con la belleza de la nieve.

Maxence Fermine© Fragmentos de su libro “Nieve” Capítulos 1 y 7.


“Festival Internacional del Libro de Jerusalén”

JIBF


“Elogio de la lectura y la ficción”, por Mario Vargas Llosa

Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas.

foto-de-mario-vargas-llosa-14 La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras.

Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro, de gran nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores. Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero.
No era fácil escribir historias. Al volverse palabras, los proyectos se marchitaban en el papel y las ideas e imágenes desfallecían. ¿Cómo reanimarlos? Por fortuna, allí estaban los maestros para aprender de ellos y seguir su ejemplo. Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia. Faulkner, que es la forma –la escritura y la estructura– lo que engrandece o empobrece los temas. Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el número y la ambición son tan importantes en una novela como la destreza estilística y la estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y que una novela, una obra de teatro, un ensayo, comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada.

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“La Boîte à Joujoux”, Claude Debussy – André Helle

 

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“Las cajas de juguetes son en realidad ciudades donde los juguetes viven como gente real. O quizás las ciudades no son otra cosa que cajas donde la gente vive como juguetes”. André Helle, ilustrador de “La Boîte à Joujoux”

 

La obra fue creada por André Helle y el compositor Claude Debussy en 1913. Fue el compositor francés Claude Debussy quien, inspirado en los juguetes de su hija y en la época de navidad, imaginó la historia y creó la Suite para Piano que quiso llevar a escena en 1913, mientras trabajaba con André Helle en la ilustración de la historia. Pero el estallido de la I Guerra Mundial en 1914 truncó su sueño.

-Después de la guerra ya no había dinero, y aún menos, audiencia para marionetas; y una obra semejante habría parecido demasiado simple e inocente- leemos en una biografía de Debussy, quien murió en 1918, sin ver su obra llevaba a escena.

La historia ocurre en una caja de juguetes, en la que habitan personajes tales como un Pierrot, un Arlequín, un policía, un elefante, dos gansos y dos ovejas.

Un soldado se enamora de una bailarina -como en el cuento de El Soldadito de Plomo-, pero ella ha dado ya su corazón a un desagradable Polichinela.

El soldado, desolado, marcha a la guerra. Una gran batalla se libra en medio de un rico despliegue de objetos transformados. Globos, tubos y tarros se integran a un escenario donde muerte y vida danzan entre luces, sonidos y formas.

El soldado enamorado cae herido y la bailarina se enamora de él mientras lo cura.

Comentario de José Luis García© en titerenet.com para el estreno "The Toy Box" en 2004, representada por el marionetista Pablo Cano y la coreógrafa  Catherine Kramer en el Museum of Contemporary Art, de Miami


“La aventura de oír: La abuela cuenta”, por Ana Pelegrín

920082-14625 Cuando hay una abuela en casa, el niño se siente doblemente protegido. Es cierto que las abuelas ya no están en casa, no es rentable, no producen, suelen ser una carga, se alían con el niño, le miman, se vuelven como ellos; un desastre, vaya.

La abuela mira ya el mundo y sus ruidos con otra mirada, y el niño puede protegerse suavemente en ella, porque no habrá competitividad, está tan cerca y tan lejos en el tiempo. Eso es, el tiempo. Extraña relación entre el niño, todo presente, un gran magma de presente, y la abuela, tiempo pasado, memoria, fragmentos reiterados, recuperándose y dispersos en el tiempo, presente, pasado, entremezclando los días y los sueños. Lo que sí parece es que la abuela tiene tiempo de contar y de escuchar.

Porque la abuela sabe pocas o muchas historias, lo mismo da. Si son pocas, las repetirá cuantas veces pidamos. Si muchas, contará un cuento y otro más. Y además, la abuela, por suerte, no tendrá que salir de casa, ni al cine, ni con los amigos, no tiene esa prisa, ni esas voces; entonces, podrá sí, contar un cuento.

Podrá jugar en el lento discurrir de las horas, prolongará la palabra-caricia, la palabra curadora de inquietudes.

Un pequeño poema de Celia Viñas i Olivella resume la sensación del niño en el momento del cuento. En el poema, la ternura está evocada por el tacto y el sabor del tacto, en esas manos que transmiten hondos significados, esas manos tan lentas y maravillosas como las imágenes que emergen del cuento.

Cuento

Las manos de mi abuela,

merengue y caramelo,

frescos ríos de nata

cuando me alisa el pelo.

Érase que se era…

mi abuela

junto al fuego,

el borde de su falda,

frontera de mi sueño.

Las manos de mi abuela,

unas manos de cuento;

las manos de mi abuela…

Canción tonta al sur
Celia Viñas i Olivella

Ana Pelegrín©

FIN


“La aventura de oír: Cuentos inventados en casa”, por Ana Pelegrín

3270-32414En las respuestas a la pregunta de los niños pequeños, los padres suelen dar una serie de respuestas causales, de comprensión de los   fenómenos físicos naturales. Pero, a veces, acaso por propio juego, o porque la imaginación le juega a la razón con cierta ventaja, las respuestas al cúmulo de porqués suelen distar de una respuesta real, causal, científica y emprender el camino de la realidad mágica.

De ahí un germen, una motivación para la invención cotidiana y un buen entrenamiento para la imaginación. Supongamos que el niño pregunta:

¿Por qué las piedras no se mueren como los insectos cuando se les pone en una caja?

Se puede apresurar la respuesta «real», causal: el guijarro es un mineral, no come, no respira, no crece, quiere decir que no vive, y no puede morir. Pero en nuestro intento de reinventar a un contador de cuentos, a un fabulador, preguntas como éstas incitan la imaginación, remontan a viejos procedimientos literarios: la personificación.

La respuesta a la pregunta puede ser el comienzo de un cuento, cuento improvisación, proyectos de un cuento, va-i-ven de ideas, que el niño ayudará a construir con sus sucesivas preguntas, comentarios, o simplemente porque la madre y el niño se han comunicado, esta vez por un pequeño guijarro encerrado en una caja.

Por qué los guijarros no mueren

– Una piedra a quien le gusta pensar e inventar cuentos, y se esconde en una cajita llena de silencio, porque ahí puede pensar, ¿cómo se va a morir si está pensando?

– Una piedra muy presumida, que decía ser piedra preciosa y quería una caja de terciopelo, como esa que tienen los joyeros y la caja aterciopelada de la abuela. Pues estaba feliz en la caja. Es mejor estar feliz que morir.

– Era una piedra tan blanca que le gustaba estar en la caja, porque en lo negro se la veía más.

– Era un guijarro que buscaba la piedra azul, porque sabía que sería su amor. Encuentra la caja-casa de la piedra azul, se casa con ella, y colorín colorado, …

– La pequeña piedra quería esconderse de su mamá, se mete en una caja y se queda dormida. Y sueña que quería esconderse de su mamá y sigue durmiendo.

– El Canto rodado vivía feliz dando volteretas, girando por el arroyo. Un niño-colecciona piedras y la ve tan pequeña, que la pone en una caja con otros guijarros. Cada uno le cuenta de donde vienen, cómo era su mamá, lo que les gustaba… ¿Cómo va a morir si está tan entretenido?

• Estos esbozos de narrativa suponen una manera de revelar la realidad a través de explicaciones, construcciones improvisadas, combinaciones y relaciones inesperadas, y constituyen el germen de una forma, la literatura oral cotidiana.

La memoria aquí no juega, la transmisión en el tiempo tampoco, su gracia es su fragilidad. El cuento se desvanece en el mismo instante de la creación. La palabra apareciendo construye una historia que se borra, se esfuma. Esta es, tal vez, la característica peculiar de esta literatura oral cotidiana: su huella momentánea e irrepetible, lo efímero de la historia, su imposible reproducción. Palabras al viento.

• Al no detener el tiempo, la palabra, las historias, fluyen. Las historias de la mínima historia del diario vivir, del aprendizaje de las pequeñas cosas, el descubrir (volver los adultos a descubrir lo que para los niños es vital, «la plenitud de lo mínimo», en palabras de J. R. Jiménez).

Lavarse, bañarse, ponerse el gorro, levantarse, cerrar una puerta, comer, vestirse; todas las acciones cotidianas son relaciones con su cuerpo, con los otros, con objetos. ¿Por qué no animar los objetos y hacer que entren en un contacto afectivo y mágico con las acciones diarias de los niños? Zapatos, jabones, toallas, chaquetas, calcetines, ojales, guantes, lápices, bañeras, armarios, mesas, alfombras, hilos, bolsillos, paraguas. ¡Qué universo para movilizar, relacionar, animar! ¡Qué relaciones tan divertidas, tan disparatadas, para el universo infantil!

• Giani Rodari habla en su inagotable Gramática de la fantasía de una Fantástica Casera. Tres capítulos (Historias de sobremesa, Viaje alrededor de mi casa, El niño como protagonista) desarrollan una serie de sugerencias e ideas para este contacto cotidiano, casero, con la imaginación, dentro de un género de narración infantil: los pequeños cuentos improvisados.

• Hace más de una veintena de años, María Luisa Gefaell (tan maravillosamente actual en su libro Las hadas de Villaviciosa de Odón) reflexionaba sobre la literatura infantil, en cita recogida por C. Bravo-Villasante:

«Y hay también una forma de "literatura infantil" que todas las madres cultivamos: los cuentos que se inventan cualquier tarde, cuando los niños se han cansado de dar guerra y las madres zurcimos -cuentos que no se escribirán nunca y que suelen salir muy bien, porque la expresión de los niños, sus reacciones, van corrigiendo y estimulando la invención… Siempre he pensado en la cantidad de imaginación, de invención, de ternura, que derrochan las madres en esas tardes de "repaso de ropa" con sus niños; incluso madres con muy poca formación literaria o cultural. A algunas madres, en apariencia incultas, les he oído cuentos deliciosos. Y es que los cuentos para niños, los mejores, no se inventan pensando en tomos impresos, en el público; nacen para cada niño, para cada pena o susto o curiosidad de un niño, y nacen de un modo tan espontáneo, tan sincero y generoso, que siempre tienen eficacia».

Subrayo:

Los cuentos nacen para cada niño, para cada pena o susto o curiosidad de un niño.

Hemos hablado sobre cómo inventar a partir de la curiosidad del niño. María Luisa Gefaell nos sugiere otras motivaciones, ayudar a disipar sus penas, a menguar sus temores, a construir su amor.

Al contarle un cuento, no despoje al niño de su propia historia cotidiana. Sus preguntas le indicarán hacia dónde se inclinará la historia, los inusuales e irrepetibles pasos de su construcción. Invente y cuente cuentos cotidianos y únicos, mano a mano, palabra a palabra con sus niños. Y, por supuesto, rescate los cuentos de siempre, los que le devuelvan su experiencia, los que, al transmitir a sus hijos, levanten en su memoria todas las imágenes adormecidas de la palabra oída, de su infancia aún viva y próxima.

Ana Pelegrín©

Mañana: La abuela cuenta


“La aventura de oír: Literatura oral cotidiana”, por Ana Pelegrín

El niño va a dormir

Cuando el niño va a dormir, la palabra de la madre/padre es también palabra contacto, palabra-piel, palabra-pelo.009046

Al contar un cuento podemos abrirlo al significado que el niño necesita, intuye, reclama. Los cuentos tradicionales pertenecen a todos; y es por esta apertura por lo que la creación colectiva moviliza algunos pasajes -aumenta, reduce-, repite motivos para que el cuento cobre la dimensión de un nexo emocional entre el adulto y el niño. El instante repetido pero único, cuando el niño se va a dormir, el borde de la cama, la frontera del sueño, es un espacio íntimo entre la madre/padre y el niño. El cuento, y la palabra de lo que se dice, en el metalenguaje de la caricia, del tacto, del tono de voz, del tono corporal, del lenguaje verbal y no verbal.

A través del cuento, la madre/padre y el niño exploran sus emociones, sus sensaciones. El cuento, el canto, es una comunicación amorosa. Es el intermediario de la interioridad. Si la narración está invadida de prisas y tensas condiciones para que el niño se duerma rápido, para que no moleste más, si los nervios de la madre, o su agotamiento, están rozando el límite, no podrá haber una comunicación, menos un darse.

Un niño que está al borde del sueño ha pedido un cuento, le ha sido concedido, tiene una especial sensibilidad para detectar la tensión o acritud a través de la actitud corporal, a través del tonus de nuestro cuerpo, de cada matiz de la voz. El niño escucha y mira, tratando de comprender la historia oral, la historia corporal, la otra historia, su propia historia.

¿Verdad mamá que esta noche el lobo no se comerá a Caperucita? ¿Ni dejarán a los niños solos en el bosque para que los coman las fieras? ¿Verdad que no? A veces, el niño lo dice en palabras, otras, a través de su mano apretada a la nuestra, o de sus ojos demasiado abiertos y fijos, en cierto temblor de su pequeño cuerpo.

Esta noche el lobo no devorará a Caperucita, no habrá abandono, ni maldad, ni temor. (Esta noche jugaremos con el Medio pollico o con La bota que buen vino porta, o con los cuentos juegos de nunca acabar, o con el astutísimo Gato con botas.)

¿Verdad, mamá, que la hormiguita vendrá pronto, la cabrita madre salvará a sus cabritos de la barriga del lobo, a los hermanos malos los vencerá el menor aunque lo hayan matado, Blancaniña volverá a estar en brazos del rey, que la quiere tanto?

Esta noche las imágenes de felicidad llegarán balsámicas, se prolongarán más, se repetirán, dormirán al niño.

¿Verdad, mamá, que el lobo es malo, muy malo (y hay un destello en los ojos del pequeño), y el lobo se come a Caperucita, a la abuelita (a mí, a los niños, a papá y mamá si fuese posible)?

¿Verdad que los hermanos mayores se quedaron con todo y casi dejan morir de hambre al niño? ¿Verdad que la madrastra de Blancanieves es mala, pero que muy mala, y le pone un vestido apretado a la niña, y le clava el peine al peinarle?

Esta noche los malos son definitivamente malos y los personajes de los cuentos llevarán la maldad del mundo; el cuento conjurará la maldad que el niño aún no puede manejar, y le ayudará a liberar su atenazante culpabilidad.

Mamá-papá-el niño exploran juntos el universo del cuento, de los propios sentimientos, tan cambiantes y confusos.

Mamá-papá están atentos a la emoción del niño, y esta noche hablan entre ellos «el lenguaje de amor de un cuento de hadas».

El niño se interna en el sueño, le acompañan hasta la frontera las imágenes antiguas, las imágenes princeps, las imágenes primordiales, que hoy él necesita.

Otras veces, si el niño no se adormece, viene un pequeño duende y espolvorea el camino con leche dulce, sopla para que toda sombra se aquiete, llegan con paso de seda, impide los malos sueños, aunque el niño sea malo, más que malo.

«De noche, cuando los niños están sentados muy seriecitos a la mesa o en sus banquetas, llega Ole Cierraojos; sube en silencio la escalera porque no lleva más que medias, abre muy despacio la puerta y, ¡zas!, salpica de dulce leche los ojos de los niños, sólo una pizca, pero lo bastante para que no puedan mantenerlos abiertos y por lo tanto no puedan verle; se esconde detrás de ellos y les sopla suavemente en la nuca, para que les pese la cabeza, claro que sin hacerles daño, porque Ole Cierraojos sólo busca su bien; lo que quiere es que se estén quietos para que él les cuente cuentos.

Cuando los niños por fin duermen, Ole Cierraojos se sienta en la cama. Está muy bien vestido, su traje es de seda, pero no es posible decir de qué color, porque tiene brillos verdes, rojos y azules, según se mueve; bajo cada brazo lleva un paraguas, uno con estampas, que abre sobre los niños buenos y entonces sueñan toda la noche las más encantadoras historias, y otro paraguas en el que no hay nada, que abre sobre los niños malos, que duermen tan profundamente que por la mañana, cuando se despiertan, no han soñado nada».

(Andersen)

Ana Pelegrín©

Mañana: Cuentos inventados en casa


“La aventura de oír: ¿Y por qué cuentos?”, por Ana Pelegrín

347003 Al hacerle partícipe de los cuentos tradicionales, lo estamos incorporando a una cultura transmitida oralmente, que él puede comprender y puede hacer suya.

Los cuentos tienen una estructura secuencial-lineal, unos personajes reconocibles, una forma lingüística que la memoria aprende sin demasiados obstáculos.

La repetición también es una recurrencia de lo maravilloso, una y otra vez, la magia del número 3. Por tres veces la acción se reitera, se articulan las mismas palabras, reinciden las situaciones, prueba vencer el héroe. Una y otra vez. O en los cuentos de fórmula, cuya gracia consiste en la exacta repetición de una serie de palabras. Esa apetencia de la reiteración del cuento se emparenta con la necesidad de reiteración que siente el niño, de conocer, reconocer, asegurarse, conquistar la realidad, crecer.

Cuando comprendemos al niño, colaboramos en este interés profundo, y le contamos una y otra vez la misma historia hasta que es comprendida en su interioridad, y lentamente retenida en su memoria.

Ese proceso opera también a nivel de comprender/aprender la lengua materna, el significado de las palabras. «En esta primera época -cito a Sully-, las palabras tienen en sí un valor como sonido, algo de la realidad objetiva de una impresión sensorial completa; de manera  que, el nombrar una cosa, en cierto modo, provoca la presencia de misma. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que las palabras como transmisoras de las percepciones sensoriales, ejercen poderosa acción excitante sobre la imaginación infantil; porque hacen surgir, como por magia, imágenes extraordinariamente vivas de los objetos nombrados. Esta acción profunda y duradera de las palabras no se observa nunca más claramente que en la magia de los cuentos de hadas.

Nosotros, los adultos, nos hacemos la ilusión de leer historias; si el niño pudiera darse cuenta de lo que nosotros llamamos leer, se reiría».

Las palabras para el niño están vivas como un guijarro vivo en la caja. Porque la palabra nombra una realidad. La palabra que nombra, que da nombre a las cosas y a los sentimientos, es una función del lenguaje. El cuento y la poesía oídas, recitadas, proporcionan al niño valiosos datos sobre la lengua materna.

Reconocer las construcciones del idioma, las formas de lo hablado, las entonaciones que dan color a la palabra, el cambio de significaciones según los sentimientos que expresan; la emoción y el aliento de la pausa, la diferencia entre el relato de la acción y el diálogo de los personajes, la estructura rítmica del período sintáctico, la apoyatura de lo sonoro, las fórmulas rimadas, todo esto le proporcionan a su memoria, el enlace con la lengua como vehículo de expresión y comunicación.

Subraya Rodari este aspecto fundamental de lo oral: «De sus esfuerzos para entender el cuento forma parte el esfuerzo para entender las palabras de que está hecho, para establecer entre ellas analogías, para realizar deducciones, extender o restringir, precisar o corregir el campo de su significado, los límites de un sinónimo, la esfera de influencia de un adjetivo. En su "descodificación", este elemento de actividad lingüística no es secundario, sino tan determinante como los demás».

En este aspecto que es la función de la lengua, es vital que el niño escuche y comparta con otros niños esa sensación/silencio/expectación del que escucha. Obviamente no estoy hablando de un silencio impuesto, sino de ese especial, hondo momento en que la interioridad y la emoción aflora a los ojos, al cuerpo.

El niño que escucha lee la significación de la narración en la entonación, en el ritmo, en el gesto del rostro y manos, por muy mesurado que éste aparezca.

Aprender a escuchar, a leer signos que comunican, ayudan al niño en la posterior comprensión de «lo escrito». El escuchar cuentos puede constituir una iniciación de la experiencia literaria y una puerta-puente a la literatura vivenciada; Antonio Martínez Menchen recuerda esa iniciación:

«Mi afición por la literatura data de un tiempo en que yo aún no sabía leer. Siendo muy niño, mi madre me encantaba con cuentos que había tomado de boca de mi abuela quién, posiblemente, los había tomado de su propia madre. Más tarde me sorprendí al encontrar escritos, con ligeras variantes, aquellos cuentos que mi madre contaba. Durante el bachillerato pude comprobar que muchos de ellos procedían de una fuente muy lejana: venían de la India y de un tiempo en el que los europeos apenas habían abandonado las cavernas. Así fue como poco a poco aprendí muchas cosas sobre aquellos cuentos. Pero a ellos les perdí. […] Si yo aún leo y, lo que es más grave, si aún escribo, es tan sólo en virtud de una incurable nostalgia: la de mi infancia perdida».

Es curioso; cuando los autores o estudiosos buscamos razones para testimoniar lo que a los niños les gusta, recurrimos a la palabra de otros adultos, o, aún mejor, de escritores. Tal vez porque sólo justificándonos en lo adulto, demostrando que aquellos cuentos sirven, son útiles, nos despojamos de la culpa del paraíso perdido, cuando nos era permitido vivir o creer en lo maravilloso.

A mí (como supongo que a tantos) me ha quedado hambre de lo maravilloso. Y esta sensación de privación crece con el tiempo. Crece también la nostalgia de la fantasía, del viaje, y de lo misterioso. Crece la apetencia del símbolo, de lo no explícito, de lo vagamente referido, de lo ambiguo, de lo oscuramente primario, el resplandor de lo mínimo. Crece y quiere crecer en la intangible fuerza de la palabra.

Ana Pelegrín©

Mañana: Literatura oral cotidiana


“La aventura de oír: ¿Cuentos maravillosos para los niños de hoy?”, por Ana Pelegrín

En cada época surgen defensores o detractores de los cuentos maravillosos; ¿realidad o magia?, ¿realismo mágico tal vez? Mientras las opiniones se cruzan, a los niños se les ha contado cuentos, a otros se les ha protegido, escamoteando su contenido para salvarlos de la crueldad, o para fijar los límites entre realidad y ficción. A la mayoría ni se les ha dado ni protegido; se les ha ignorado. Mientras pedagogos, psicólogos, padres, analizan el bien y el mal que se desprende de la narración de cuentos tradicionales, éstos siguen aquí, allá, vivos, sabios, universales, incólumes al tiempo, cercanos a los sueños, aproximándose a la confusa interioridad del niño, acompañándoles en la marginación de su infancia, ayudando su esfuerzo cotidiano y maravilloso del desarrollo del pensamiento.

«Sea cual sea nuestra edad, sólo serán convenientes para nosotros aquellas historias que estén de acuerdo con los principios subyacentes de los procesos de nuestros pensamientos. Si esto es cierto en cuanto al adulto […] lo es especialmente para el niño puesto que su pensamiento es de tipo animista».

(Bethelaim)

3268-32227El niño que cae y reacciona golpeando el suelo, mientras le grita malo, malo, tiene un procedimiento (un pensamiento-acción) animista, porque cree que el suelo le ha agredido, de la misma manera que él puede devolver la agresión al suelo. Los objetos, los elementos de la naturaleza «viven» como las personas. Se mueven (la idea de movimiento-vida es esencial en el pensamiento del niño), hablan, reaccionan, tienen las mismas actitudes que las personas. Es una explicación de las leyes -casi siempre tan misteriosas- del universo. Nubes, sol, luna, lluvia, piedras (lo intangible y lo tangible) viven por su movimiento.

Un niño mira a lo alto y afirma:

«La luna se mueve, se mueve porque está viva».

Otro niño no encuentra la relación causal y desconcertado pregunta:

«¿Por qué las piedras no mueren como los insectos cuando se las pone en una caja?».

Uno y otro saben que todo a su alrededor está animado, alentado, vivo.

La vida y la muerte concierne a todo lo que sus ojos ven, las manos tocan, los oídos escuchan. En el cuento maravilloso, los elementos de la naturaleza, las plantas, los objetos, actúan y ayudan a los protagonistas de los cuentos, les advierten de los peligros, se transforman, acompañan o dañan a los humanos, tienen su reino y sus leyes. ¿No emprende su camino el joven del cuento Blancaflor, preguntando al Aire, al Viento, a la Luna por el Castillo de Oro? ¿La princesa transformada en un rosal que ríe? Recordemos el rosal de Cenicienta, el pañuelo al que le aparecen manchas de sangre cuando el personaje-protagonista está en peligro, el huso que hiere y adormece a la Bella Durmiente.

Todo esto, para el niño, tiene la lógica de su pensamiento animista, la lógica de su juego simbólico y de sus auxiliares de juego: muñecos, carretes de hilo, cubos, son soportes para el desarrollo de su pensamiento y sus transferencias.

El niño vive con los objetos auxiliares en la dura adquisición de su pensamiento, dialogando, organizando, construyendo. O consigue objetos auxiliares de su afectividad, que le ayudan, acompañan, consuelan: la pequeña almohada con tacto tan relajante cuando tiene que dormir; el muñeco-compañero-confidente; el cromo tan arduamente obtenido; la piedra mágica que le ayudará para sortear el cuestionario escolar.

En los cuentos maravillosos, los objetos auxilian al héroe en momentos críticos, ayudan a sortear las pruebas imposibles, y han sido obtenidos por el protagonista por su bondad o por su astucia.

El símbolo emerge de los objetos, emparentados con creencias de un mundo mágico. Por ejemplo, el espejo de la madrastra, emparentará con objetos mágicos de los iniciados o magos, que les permiten «ver» otras cosas; el espejo-cristal contiene una visión, «la luz» del otro reino, siendo utilizados en prácticas adivinatorias como la reconocida bola de cristal que usan los magos o el espejo de la madrastra de Blancanieves.

Pero son los animales los que en el cuento maravilloso tienen una vida importantísima. Tan importante como en la vida del niño, esa intensa amistad del niño y su gato, el niño y su perro, ese vuelco de la afectividad del niño, también ese conocimiento de la vida nacimiento-crecimiento-emparejamiento-muerte, que le dan los animales.

Buscar la ayuda de los animales, o que los animales ayuden al protagonista, responde a los mecanismos más reales del cuento maravilloso (y de la vida). Ahí está la hormiguita del cuento El chivito, ahí el Gato con Botas, la herencia más pequeña pero más preciosa que pudo dejar el molinero a su hijo, ahí la maravillosa ave tamaña del príncipe, en Blancaflor, que le lleva hasta el reino del Irás y no volverás, o del Castillo del Oro, le trae el caballo del Viento, el caballo del Pensamiento.

Aparecen los animales como integrantes del mundo interno y externo de las personas, esto es, aparecen los deseos, cualidades, comportamiento de los humanos. ¿No le habla a los niños Los siete cabritos de una situación como la de ellos, alejada la madre, quedarse los niños solos, sentirse abandonados, tener miedo y dejarse vencer, morir de miedo, abrir las puertas al miedo, desoyendo los consejos maternos?

Tan cercanos están los héroes a ese mundo de los animales, que no sólo tienen amistad con ellos, hablan con ellos porque conocen su lengua, sino que suelen, por su poder, transformarse en ellos (en hormiga, en pez, paloma o zorro) para no ser descubiertos, o por maleficios o encantamientos (véase la Blancaniña, pág. 171, o recuérdese El rey rana, La bella y la bestia, Los doce hermanos, de los Grimm). Maleficio que sólo podrá disiparse, romperse, por el amor de un ser humano, que «vea» su interioridad y pueda devolverle a su apariencia anterior. Según los psicoanalistas, esa presencia de lo animal y de los personajes transformados está aludiendo también a los impulsos del inconsciente, desafíos, de las fuerzas ciegas de los deseos, que a través del lenguaje simbólico del cuento, el niño (el adulto) puede comenzar a reconocer como la otra parte de su yo, de su pensamiento no «lógico», pero que configura a su persona, o a estadios de su personalidad, de su crecimiento.

El cuento maravilloso no invalida la necesidad de lo real en el niño, su discriminación entre lo real y lo fabulado, sino que cumple una función, la de alimentar la imaginación. Como tal es una invitación a viajar a un tiempo mágico, a unos personajes de gran fuerza/o debilidad, porque son creación de los hombres, son experiencias de emociones múltiples, una invitación a la fantasía y a la imaginación.

Insistir en los cuentos maravillosos es simplemente delimitar, acotar un tema de trabajo, no desvalorizar ni desconocer las corrientes de la literatura infantil actual, para los niños de hoy; literatura de la realidad contemporánea que despierta la actitud crítica del niño ante su entorno social, familiar; tampoco la aceptación en bloque de toda la temática de lo tradicional, sin desvelar previamente sus contenidos, ni la estratificación en un solo prisma de lo maravilloso, continuado en la última producción de lo fantástico y la ciencia-ficción; ni la literatura de humor disparatado, del Non-sense, o los libros de viajes aventuras, ni las propuestas de la obra abierta, recreativa.

Intentamos defender el espacio de lo imaginario y la formación del símbolo, y acompañar el desarrollo del pensamiento del niño con elementos literarios y, en este trabajo, con literatura oral.

Las imágenes, los cuentos, la poesía, los olvidamos como olvidamos tantas cosas de nuestra primera visión del mundo. Podemos ahora analizarlos, incluso emocionarnos con el recuerdo, pero ¿dónde ése temblor, esa herida en nosotros de la fantasía?; ¿dónde la comprensión de la esencia de la literatura?

Ana Pelegrín©

Mañana: ¿Y por qué cuentos?


“La aventura de oír: El cuento maravilloso y el mito”, por Ana Pelegrín

12-33303 Muchos de los cuentos de encantamientos, maravillosos, que recibimos de niños, están emparentados con los mitos. En el mito hablaron los hombres de seres fabulosos, de plantas, animales, reinos lejanos. Hablaron de la antigua fábula, relataron la creación del mundo, la ordenación de la vida, fabularon sucesos que acompañaron el tiempo inicial de los hombres.

Época de los orígenes, de la formación y explicación de los misterios del Universo, que el hombre traducía en creencias, ritos, palabras impregnadas de héroes, dioses y semidioses, naturaleza y acciones, en un espacio mítico.

En el mito, los dioses enseñan a los hombres el poder nutritivo de las plantas, las mutaciones temporales, les enseñan el sentido de su existencia, cómo comportarse, qué hacer; le dan una explicación del Mundo emergiendo del Caos, les revelan el origen de las Cosas y la Vida. El mito relata esa ordenación, no como una realidad cotidiana, sino como una experiencia mágica, religiosa, como otra realidad. Una sabiduría, un conocimiento. Esta sabiduría se transmite a unos pocos, los elegidos, los iniciados, pues quien posee el conocimiento del Origen de las cosas y la Vida posee también el poder mágico-religioso de revivir, reactualizar la fuente creadora del Cosmos la visión del tiempo transcendental de la Creación. Los ritos de iniciación de las sociedades primitivas se realizaban para acceder al conocimiento de los Orígenes, de las creencias que sustentan la regulación del Universo, del comportamiento religioso-sacralizado, el comportamiento moral social, la posesión y resguardo de la palabra generadora, la palabra creadora, la palabra que crea el Universo.

Esta visión del mito pertenece a sociedades tradicionales, aisladas. ¿Nada tiene el mito que decir al hombre contemporáneo? ¿Nada que transmitirle?

Por el momento veamos qué puede decirnos en la huella que dejaron los mitos en los cuentos maravillosos. La primera diferencia es la notoria pérdida de lo sobrenatural y lo sagrado. En los cuentos, el comportamiento de los personajes, sus acciones, no son religiosas ni transcendentales. No se nos dice cuáles son sus creencias ni sus motivaciones. No sabemos sino a través de un desenmascaramiento que la partida del héroe del cuento, el alejamiento, puede estar emparentado con un viaje al Más Allá, con connotaciones mágico religiosas, con un conocimiento iniciático, como se recoge en El libro de los Muertos egipcio. En los cuentos maravillosos, ese nivel de significación está perdido, borrado. Aunque subsistan asuntos paralelos.

En el illo tempore -esto es, el tiempo mítico-, los dioses ayudaron a los hombres, se transformaron para estar cerca de ellos, dejándoles sus enseñanzas o exigencias, imponiéndoles tareas y pruebas difíciles para ser aplacados o para probar las cualidades físicas y morales de los humanos. Los trabajos que Zeus impone a Hércules, por ejemplo el robo de las manzanas del jardín de las Hespérides, tiene su paralelismo en la prueba difícil que el héroe del cuento maravilloso tiene que cumplir para que el rey le conceda la mano de la princesa o para salvar su vida. Es frecuente en los cuentos maravillosos que el héroe tenga que volver con el testimonio (la manzana de oro, el ramo de oro, el pájaro que canta el bien y el mal, los tres pelos del diablo, etc.) que demuestre que el héroe ha viajado hasta otras regiones (el país del Nunca Jamás, del Irás y no volverás), cuyos nombres nos demuestran que el regreso del héroe, supone haber atravesado difíciles pruebas, haber vencido, alcanzado otro estadio de su madurez, crecido en la aventura.

Mircea Eliade sostiene que, en los cuentos maravillosos, los escenarios iniciáticos continúan transmitiendo sus mensajes, operando mutaciones en el espectador-héroe, en el creador. «Aquello que se llama "iniciación" coexiste con la condición humana, que toda existencia está constituida por una serie ininterrumpida de pruebas, de muertes, y de resurrecciones, cualesquiera que sean los términos de que se sirva el lenguaje moderno para traducir estas experiencias».

Toda experiencia humana vital-espiritual pasa por momentos difíciles, por pruebas repetidas, tareas que tienen la marca de lo imposible, esfuerzos titánicos por superar vallas y obstáculos, por sobrevivir, por la ración de triunfo a nosotros destinada, o conjurar el fracaso, vencer tanta negrura o grisura, serpientes que nos devoran, cárceles, jaulas, cuevas sin salida, tareas imposibles como sembrar, ver crecer el trigo, segar, amasar con nuestras manos, tener el pan en la mesa, tarea aún más difícil que la impuesta al héroe por el poderoso, porque no es de un día para otro, sino del día tras día… ¿No habrá un pedazo de pan en que sentarme?, mendiga Vallejo, poeta.

Pero dame / en español algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de reposarme, y después me iré…

Habrá que afrontar caídas, pozos sin fin, desmembramientos, letargos, anulaciones, el porvenir de la nada, abandono, sueño de cien años, durmientes anestesiados en vida, Ofelia deslizándose río abajo, reposo en la quietud del tiempo eterno, aguardar, restañando la herida, como la niña de El espíritu de la colmena, jugando con su muerte, o esperando frágil cicatriz, lenta recomposición del maltrecho cuerpo, concentración de la fuerza, tenuemente asfixiada, envenenada en cajita de cristal, plumón durmiente. «¿Cómo poder gozar de todo? / Mejor borrarlo todo. El hombre de la movilidad Total / del sacrificio Total, de la conquista Total / Duerme, duerme. Duerme, duerme / Borra con sus suspiros la noche minúscula, invisible» (Paul Eluard).

Suspensa en el umbral, la muerte-vida anuncia el resurgir, el despertar. Emerger con el esplendor de la fuerza concentrada, romper el encierro-límite, romper límites, desplegarse en el espacio, recobrar la corporeidad, el impulso, resucitar furiosamente vivo…

desatando estos nudos; ¡oh Dios mío! estos nudos

destrozando, quemando, arrasando

como una lava loca lo que existe,

correr fuera de mí mismo, perdidamente

libre de mí, furiosamente libre.

Neruda

La iniciación primitiva late escamoteada en la iniciación de lo imaginario, y lo onírico, y en la creación literaria. Porque es una experiencia humana de todos los estadios históricos, de los primitivos y los muy contemporáneos. A su escenario regresa el que juega con la palabra como acto creador. El escritor, el poeta, parte siempre hacia la aventura, hacia el viaje, atraviesa duras pruebas, inquiere al Aire, a la Luz o a las Tinieblas, sucumbe en la Oscuridad o es cegado por la Luz, sufre transformaciones, desintegraciones, despedazamientos, acosamientos, hostigamientos de monstruos y fantasmas interiores/exteriores.

Romper, transgredir los márgenes impuestos por una realidad dominante, buscando otra realidad para transformarla con su acción-palabra. Conquistar, dominar osadamente lo imposible, que no someterse a lo llanamente posible. Transgresión-aventura-audacia.

Lo maravilloso primitivo, lo mágico, es creación de lo imaginario, aventura literaria sin irrupciones en el tiempo, continuamente transformada, justamente por audaz relación con la realidad histórica.

Literatura llamada fantástica; lo sobrenatural acechando lo real -los cuentos de Poe, de Lovecraft; el asombro, la búsqueda de lo onírico, lo maravilloso del empeño surrealista, los mundos laberínticos, las ficciones de Borges, la ciencia-ficción, Bradbury, Arthur Clark, realismo mágico de Cien años de soledad.

Incesante aventura literaria que desasosiega, descalabra, interroga los insondables escenarios del hombre, imaginación-realidad de la literatura.

«No deberíamos hablar de literatura fantástica -ironiza Jorge Luis Borges- porque no sabemos a qué género pertenece el universo: si al género fantástico o al género real.»

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“La aventura de oír: Del arte de leer”, por Ana Pelegrín

 

343111-13006No sólo el arte de contar es un oficio olvidado; hemos perdido el arte de leer. Nos referimos a la lectura (no a las técnicas y prácticas de aprendizaje lector) como cadencia, ritmo, entonación, expresión de un lector que quiere contar, cantar, encantar a un grupo expectante.

El lector en épocas pasadas, urbanas y rurales, era distinguido por su propiedad de allegar, descifrar el texto ante los oyentes letrados, escasamente letrados o los declaradamente iletrados.

El lector es el intérprete y el intermediario entre el libro y los que escuchan. Pero la voz en el espacio, la voz contactando la sensibilidad de otros, crea un ámbito de intensidad aumentada por la de cada oído-interioridad. Los que escuchan comparten el sobrecogimiento y el alivio desplegado; receptan la voz del libro, participando, comentando, interrumpiendo, preguntando, exclamando, imaginando, percibiendo las imágenes del sonido-sentido.

Adquiere el libro otra fascinación, desenterrar la vivencia compartida. El niño pre-letrado, apenas iniciado en la lectura, o enfrentado a la mecánica del aprendizaje lector, muchas veces carente de sentido, recuerda el otro libro oído, visto, tocado, sabe que encierra la voz oculta y secreta de la imaginación y el gozo, o el recuerdo afectivo del tono de la voz que le es familiar.

Llegar así al libro posibilita la relación dialogal entre el adulto y el niño pequeño, lo invita a apropiarse del poder de leer, no como ejercicio arduamente ensayado, sino con el juego-recuerdo de la entonación, la memoria imaginación sensorial de ese mundo de signos. Al leer el libro repetidamente, codo a codo con la voz del adulto (o niños mayores), el pre-letrado sabe dónde aparecen las palabras, las sitúa en ese espacio página, le guía la memoria visual y el índice, recorriendo las líneas en la distribución del espacio, las ilustraciones, su memoria auditora y su contacto afectivo.

Otras veces, el nexo amoroso del lector adulto con un libro es intuido por el niño pequeño. Esta sorpresa de algo que no alcanza a explicarse motiva su deseo de poseer el objeto amado por otro, llama la curiosidad o el interés su naciente sensibilidad.

Ana Pelegrín©

Mañana: El cuento maravilloso y el mito


“Un cuento infantil con el narcotráfico de fondo”

“Fiesta en la madriguera” es la novela con la que debuta Juan Pablo Villalobos

Tochtli es hijo de un narcotraficante mexicano poderoso, vive en un palacio rodeado de lujos, pero de pocas personas con quien convivir, entre ellos se encuentra Mazatzin, su profesor particular, con quien comparte su gusto por los samuráis.

En su palacio, Tochtli tiene una colección de sombreros de todo el mundo, le gustan los animales en general, pero en especial desea un hipopótamo enano de Liberia, una animal exótico en peligro de extinción. Yolcaut, el padre, hará lo posible por conseguir este animal para cumplir el capricho de su hijo y para demostrar que él siempre puede.

Esta es la trama de Fiesta en la Madriguera, novela con la que debuta Juan Pablo Villalobos, editada por Anagrama y su distribuidor exclusivo en México Colofón. El libro, que hace unas semanas comenzó a exhibirse en las principales librerías, será presentado esta tarde en la librería Conejo blanco, en la Colonia Condesa, a las 19:30 horas.

En entrevista, el escritor, originario de Guadalajara, Jalisco, relata que la idea de ésta, su primera novela, surge de una cuestión vivencial cuando se entera, hace cuatro años, de que va a ser padre y comienza a reflexionar sobre la responsabilidad de educar a los hijos.

La novela fue pensada en forma de un cuento en el que el niño tuviera un deseo inalcanzable, pero que pudiera cumplirlo: “al principio pensé en un hipopótamo cualquiera, es un animal que me gusta, pero en aquellas épocas en que comencé a escribir salió un estudio de las especies más amenazadas y el hipopótamo enano de Liberia resultó entre ellos, entonces me pareció que esto era más radical para el planteamiento, un niño que quiere un animal en peligro de extinción y que puede tenerlo, y quién puede ser ese niño, pues el hijo de un narcotraficante”.

Telón de fondo

Sin embargo, para el escritor el tema del narcotráfico es sólo una inspiración y no un tema a analizar, que pretenda proponer soluciones, es sólo el telón de fondo, por ello decide narrarla desde la perspectiva de un niño.

“Narrar desde la perspectiva del niño me permitía, por una parte, huir de los juicios morales, un niño no tiene muy claro qué es lo bueno y qué es malo, sólo así logre acercarme al tema del narcotráfico sin tener que establecer juicios morales”, comenta el autor, para quien la clave de la escritura esta en hallar un narrador que atrape al lector y que no lo suelte hasta que termine la historia.

Así, Fiesta en la madriguera puede verse como una novela de narcotráfico por el contexto, pero también como un cuento infantil perverso con un humor ácido. “Yo la veo como una especie de fábula, pero pervertida y para adultos” comenta Juan Pablo Villalobos, quien desde hace siete años vive en Barcelona, donde estudia un doctorado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona.

El autor, que también estudio Marketing, se identifica con uno de los personajes de la historia, Mazatzin, el profesor particular de Tochtli: “Hay algo de autobiográfico en esto, yo trabajaba en Marketing y hacía estudios de mercado y hubo un momento en el que entre en crisis y rompí con todo y me fui a Veracruz a estudiar literatura”, dice.

Fuente: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/63638.html


“El principito” de Antoine de Saint Exupéry, Capítulo 27

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Ahora hace ya seis años de esto. Jamás he contado esta historia y los compañeros que me vuelven a ver se alegran de encontrarme vivo. Estaba triste, pero yo les decía: "Es el cansancio".

Ahora me he consolado un poco. Es decir… no del todo. Pero sé que verdaderamente volvió a su planeta, pues, al nacer el día, no encontré su cuerpo. Y no era un cuerpo tan pesado… Y por la noche me gusta oír las estrellas. Son como quinientos millones de cascabeles…

Pero sucede algo extraordinario. Al bozal que dibujé para el principito se me olvidó añadirle la correa de cuero; no habrá podido atárselo al cordero. Entonces me pregunto:

"¿Qué habrá sucedido en su planeta? Quizá el cordero se ha comido la flor…"

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A veces me digo: "¡Seguro que no! El principito cubre la flor con su globo de vidrio todas las noches y vigila bien a su cordero". Entonces me siento dichoso y todas las estrellas ríen dulcemente.

Pero otras veces pienso: "Alguna que otra vez se distrae uno y eso basta. Si una noche ha olvidado poner el globo de vidrio o el cordero ha salido sin hacer ruido, durante la noche…". Y entonces los cascabeles se convierten en lágrimas…

Y ahí está el gran misterio. Para vosotros que también amáis al principito, como para mí, nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, quien sabe dónde, un cordero desconocido se ha comido o no se ha comido una rosa…

Pero mirad al cielo y preguntad: el cordero ¿se ha comido la flor? Y veréis cómo todo cambia…

¡Ninguna persona mayor comprenderá jamás que esto sea verdaderamente importante!

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Este es para mí el paisaje más hermoso y el más triste del mundo. Es el mismo paisaje de la página anterior que he dibujado una vez más para que lo vean bien. Fue aquí donde el principito apareció sobre la Tierra, desapareciendo luego.

Mirad atentamente este paisaje para que sepáis reconocerlo, si viajáis algún día por el África, en el desierto. Si por casualidad llegáis a pasar por allí, os suplico, no os apresuréis; esperad un momento, exactamente debajo de la estrella. Si entonces un niño llega hacia vosotros, si este niño ríe y tiene cabellos de oro y nunca responde a vuestras preguntas, adivinaréis en seguida quién es. ¡Sed amables entonces! No me dejéis tan triste. Escribidme enseguida, decidme que el principito ha vuelto…

– Fin –


“El principito” de Antoine de Saint Exupéry, Capítulo 26

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Al lado del pozo había una ruina de un viejo muro de piedras. Cuando volví de mi trabajo al día siguiente por la tarde, vi desde lejos al principito sentado en lo alto con las piernas colgando. Lo oí que hablaba.

-¿No te acuerdas? ¡No es aquí con exactitud!

Alguien le respondió sin duda, porque él replicó:

-¡Sí, sí; es el día, pero no es este el lugar!

Proseguí mi marcha hacia el muro, pero no veía ni oía a nadie. Y sin embargo, el principito replicó de nuevo.

-¡Claro! Ya verás dónde comienza mi huella en la arena. No tienes más que esperarme, que allí estaré yo esta noche.

Yo estaba a veinte metros y continuaba sin distinguir nada.

El principito, después de un silencio, dijo aún:

-¿Tienes un buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho?

Me detuve con el corazón oprimido, siempre sin comprender.

-¡Ahora vete -dijo el principito-, quiero volver a bajarme!

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Dirigí la mirada hacia el pie del muro e instintivamente di un brinco. Una serpiente de esas amarillas que matan a una persona en menos de treinta segundos, se erguía en dirección al principito. Echando mano al bolsillo para sacar mi revólver, apreté el paso, pero, al ruido que hice, la serpiente se dejó deslizar suavemente por la arena como un surtidor que muere, y, sin apresurarse demasiado, se escurrió entre las piedras con un ligero ruido metálico.

Llegué junto al muro a tiempo de recibir en mis brazos a mi principito, que estaba blanco como la nieve.

-¿Pero qué historia es ésta? ¿De charla también con las serpientes?

Le quité su eterna bufanda de oro, le humedecí las sienes y le di de beber, sin atreverme a hacerle pregunta alguna. Me miró gravemente rodeándome el cuello con sus brazos. Sentí latir su corazón, como el de un pajarillo que muere a tiros de carabina.

-Me alegra -dijo el principito- que hayas encontrado lo que faltaba a tu máquina. Así podrás volver a tu tierra…

-¿Cómo lo sabes?

Precisamente venía a comunicarle que, a pesar de que no lo esperaba, había logrado terminar mi trabajo.

No respondió a mi pregunta, sino que añadió:

-También yo vuelvo hoy a mi planeta…

Luego, con melancolía:

-Es mucho más lejos… y más difícil…

Me daba cuenta de que algo extraordinario pasaba en aquellos momentos. Estreché al principito entre mis brazos como sí fuera un niño pequeño, y no obstante, me pareció que descendía en picada hacia un abismo sin que fuera posible hacer nada para retenerlo.

Su mirada, seria, estaba perdida en la lejanía.

-Tengo tu cordero y la caja para el cordero. Y tengo también el bozal.

Y sonreía melancólicamente.

Esperé un buen rato. Sentía que volvía a entrar en calor poco a poco:

-Has tenido miedo, hombrecito…

Lo había tenido, sin duda, pero sonrió con dulzura:

-Esta noche voy a tener más miedo…

Me quedé de nuevo helado por un sentimiento de algo irreparable. Comprendí que no podía soportar la idea de no volver a oír nunca más su risa. Era para mí como una fuente en el desierto.

-Hombrecito, quiero oír otra vez tu risa…

Pero él me dijo:

-Esta noche hará un año. Mi estrella se encontrará precisamente encima del lugar donde caí el año pasado…

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-¿No es cierto -le interrumpí- que toda esta historia de serpientes, de citas y de estrellas es tan sólo una pesadilla?

Pero el principito no respondió a mi pregunta y dijo:

-Lo más importante nunca se ve…

-Indudablemente…

-Es lo mismo que la flor. Si te gusta una flor que habita en una estrella, es muy dulce mirar al cielo por la noche. Todas las estrellas han florecido.

-Es indudable…

-Es como el agua. La que me diste a beber, gracias a la roldana y la cuerda, era como una música ¿te acuerdas? ¡Qué buena era!

-Sí, cierto…

-Por la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña para que yo pueda señalarte dónde se encuentra. Así es mejor; mi estrella será para ti una cualquiera de ellas. Te gustará entonces mirar todas las estrellas. Todas ellas serán tus amigas. Y además, te haré un regalo…

Y rió una vez más.

-¡Ah, hombrecito, hombrecito, cómo me gusta oír tu risa!

-Mi regalo será ése precisamente, será como el agua…

-¿Qué quieres decir?

La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las estrellas son guías; para otros sólo son pequeñas lucecitas. Para los sabios las estrellas son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas se callan. Tú tendrás estrellas como nadie las ha tenido…

-¿Qué quieres decir? -Cuando por las noches mires al cielo, al pensar que en una de aquellas estrellas estoy yo riendo, será para ti como si todas las estrellas riesen. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír!

Y rió nuevamente.

-Cuando te hayas consolado (siempre se consuela uno) estarás contento de haberme conocido. Serás mi amigo y tendrás ganas de reír conmigo. Algunas veces abrirás tu ventana sólo por placer y tus amigos quedarán asombrados de verte reír mirando al cielo. Tú les explicarás: "Las estrellas me hacen reír siempre". Ellos te creerán loco. Y yo te habré jugado una mala pasada…

Y se rió otra vez.

-Será como si en vez de estrellas, te hubiese dado multitud de cascabelitos que saben reír…

Una vez más dejó oír su risa y luego se puso serio.

-Esta noche ¿sabes? no vengas…

-No me separaré de ti.

-Parecerá que sufro… Parecerá un poco que me muero. Es así. No vengas a verlo, no vale la pena…

-No me separaré de ti.

Pero estaba preocupado.

-Te digo esto… también por la serpiente. No debe morderte… Las serpientes son malas. Pueden morder por placer…

-He dicho que no me separaré de ti.

Pero algo lo tranquilizó.

-Bien es verdad que no tienen veneno para la segunda mordedura…

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Aquella noche no lo vi ponerse en camino. Cuando le alcancé marchaba con paso rápido y decidido y me dijo solamente:

-¡Ah, estás ahí!

Me cogió de la mano y todavía se atormentó:

-Has hecho mal. Tendrás pena. Parecerá que estoy muerto, pero no es verdad.

Yo me callaba.

-¿Comprendes? Es demasiado lejos. No puedo llevar mi cuerpo allí. Es demasiado pesado.

Seguí callado.

-Será como una corteza vieja que se abandona. No son tristes las viejas cortezas…

Yo me callaba. El principito perdió un poco de ánimo. Pero hizo un esfuerzo y dijo:

-Será agradable ¿sabes? Yo miraré también las estrellas. Todas serán pozos con roldana enmohecida. Todas las estrellas me darán de beber.

Yo callaba.

-¡Será tan divertido! Tú tendrás quinientos millones de cascabeles y yo quinientos millones de fuentes…

El principito se calló también por que lloraba.

-Es allí; déjame ir solo.

Se sentó porque tenía miedo. Dijo aún:

-¿Sabes?… mi flor… soy responsable… ¡y ella es tan débil y tan inocente! Sólo tiene cuatro espinas insignificantes para defenderse contra todo el mundo…

Me senté, ya no podía mantenerme en pie.

-Bien… eso es todo…

Vaciló todavía un instante, luego se levantó y dio un paso. Yo no pude moverme.

Un relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante inmóvil, sin exhalar un grito. Luego cayó lentamente como cae un árbol, sin hacer el menor ruido en la arena.

Mañana el capítulo 27.


“El principito” de Antoine de Saint Exupéry, Capítulo 25

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-Los hombres -dijo el principito- se meten en los rápidos pero no saben dónde van ni lo que quieren. . . Entonces se agitan y dan vueltas…

Y añadió:

-¡No vale la pena!…

El pozo que habíamos encontrado no se parecía en nada a los pozos saharianos. Estos pozos son simples agujeros que se abren en la arena. El que teníamos ante nosotros parecía el pozo de un pueblo; pero por allí no había ningún pueblo y me parecía estar soñando.

-¡Es extraño! -le dije al principito-. Todo está a punto: la roldana, el balde y la cuerda…

Se rió y tocó la cuerda; hizo mover la roldana. Y la roldana gimió como una vieja veleta cuando el viento ha dormido mucho.

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-¿Oyes? -dijo el principito-. Hemos despertado al pozo y canta.

No quería que el principito hiciera el menor esfuerzo y le dije:

-Déjame a mí, es demasiado pesado para ti.

Lentamente subí el cubo hasta el brocal donde lo dejé bien seguro. En mis oídos sonaba aún el canto de la roldana y veía temblar al sol en el agua agitada.

-Tengo sed de esta agua -dijo el principito-, dame de beber…

¡Comprendí entonces lo que él había buscado!

Levanté el balde hasta sus labios y el principito bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta. Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón. Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi regalo de Navidad.

-Los hombres de tu tierra -dijo el principito- cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.

-No lo encuentran nunca -le respondí. -Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua…

-Sin duda, respondí. Y el principito añadió:

-Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.

Yo había bebido y me encontraba bien. La arena, al alba, era color de miel, del que gozaba hasta sentirme dichoso. ¿Por qué había de sentirme triste?

-Es necesario que cumplas tu promesa -dijo dulcemente el principito que nuevamente se había sentado junto a mi.

-¿Qué promesa?

-Ya sabes… el bozal para mi cordero… soy responsable de mi flor.

Saqué del bolsillo mis esbozos de dibujo. El principito los miró y dijo riendo:

-Tus baobabs parecen repollos…

-¡Oh! ¡Y yo que estaba tan orgulloso de mis baobabs!

-Tu zorro tiene orejas que parecen cuernos; son demasiado largas.

Y volvió a reír.

-Eres injusto, muchachito; yo no sabía dibujar más que boas cerradas y boas abiertas.

-¡Oh, todo se arreglará! -dijo el principito-. Los niños entienden.

Dibujé, pues, un bozal. Y sentí el corazón oprimido cuando se lo di.

– Tienes proyectos que ignoro…

Pero no me respondió y me dijo:

-¿Sabes? -me dijo-. Mañana hace un año de mi caída en la Tierra…

Y después de un silencio, añadió:

-Caí muy cerca de aquí…

El principito se sonrojó y nuevamente, sin comprender por qué, experimenté una extraña tristeza.

Sin embargo, se me ocurrió preguntar:

-Entonces no te encontré por azar hace ocho días, cuando paseabas por estos lugares, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. ¿Es que volvías al punto de tu caída?

El principito enrojeció nuevamente.

Y añadí vacilante.

-¿Tal vez por el aniversario?

El principito se ruborizó una vez más. Aunque nunca respondía a las preguntas, su rubor significaba una respuesta afirmativa.

-¡Ah! -le dije- tengo miedo.

Pero él me respondió:

-Debes trabajar ahora. Debes volver junto a tu máquina. Te espero aquí. Vuelve mañana por la tarde.

Pero yo no estaba tranquilo y me acordaba del zorro. Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco…

Mañana el capítulo 26.